Ayer, después del gran diluvio que tuvimos, sobre las 2 de la madrugada estaba el riego auttomático funcionando a toda pastilla. Por favor, Presidente, que el portero, en estas ocasiones, apague el riego autonático del cesped para evitar derrochar tantísima agua. Tenemos pocas humedades para otras más. Además de dolerme el bolsillo y sabe muy mal que se desperdicie de esa forma el agua.