La vivienda es un derecho, no un negocio.
La vivienda es un derecho, no un negocio. Crónica de la manifestación del 2 de Julio de 2006. Entorno a 2000 personas asistieron el domingo 2 de Julio a la manifestación convocada por la Asamblea contra la Precariedad y por la Vivienda digna. La manifestación salió de la Puerta del Sol a las 12:30, encabezada en todo momento por una pancarta en la que se podía leer uno de los lemas de la convocatoria: "La vivienda es un derecho, no un negocio". Tras ella, una red llena de cientos de globos, simbolizando la burbuja inmobiliaria, otorgaba una nota de color a la movilización. Y detrás, otro de los lemas, "Contra la precariedad y la especulación". Varios colectivos apoyaron y secundaron la manifestación, unos con siglas y otros sin ellas, otorgando entre todos diversidad al acto. Otra pancarta de la Asamblea recordaba a las personas detenidas por los antidisturbios en las pasadas sentadas, personas que fueron agredidas arbitrariamente y falsamente acusadas de graves delitos. En la pancarta se pedía la absolución de los detenidos y se animaba a la solidaridad activa por medio de firmas y aportaciones económicas. Para demostrar que con represión y brutalidad no van a conseguir pararnos, el primer paso es volcarnos con los compañeros a los que la policía eligió como victimas para asustarnos a todos. Fueron muchos los manifestantes que se acercaron a apoyar la petición de absolución con sus firmas y a realizar donativos para los gastos legales. La manifestación recorrió la calle Mayor y la calle Bailén, parando brevemente frente al Ayuntamiento de Madrid y el Palacio Real, para posteriormente finalizar frente al Senado, en la plaza de la Marina. Durante todo el recorrido, desde la megafonía de la manifestación se leyeron diversos comunicados de la Asamblea, se cedió la palabra a personas individuales que querían expresar su opinión respecto al estado de la vivienda, y se corearon los lemas que surgían de las gargantas de los manifestantes. "Qué pasa, qué pasa!? Que no tenemos casa!!", "Lo llaman democracia y no lo es", "Queremos un pisito como el del principito", "Detenidos absolución", entre otros. Diversas personas apoyaron la manifestación desde sus balcones o comercios, aplaudiendo y animando a los manifestantes. También varios turistas curiosearon primero, y apoyaron después, la reivindicación de la movilización. Frente al Senado se leyó el comunicado final, desconvocando la manifestación, y avisando a todos los presentes de que a partir de ahora ya no teníamos permiso oficial para seguir adelante, de modo que quien quisiese podía irse ahora tranquilamente. Pero este no era el final de la movilización. A pesar de la negativa de los responsables policiales, se decidió continuar la marcha, esta vez de manera desobediente, dirigiéndose el grueso de la manifestación a la Gran Vía. La batucada que había acompañado a la manifestación durante todo su recorrido, tuvo en este pequeño Reclama las Calles su papel más importante, aportando confianza y festividad a la marcha rebelde. Cientos de personas vencieron el miedo que la Delegación de Gobierno trató de grabarnos en el cerebro a base de violencia en las pasadas semanas. La calle más emblemática de Madrid fue cortada en una pequeña demostración de fuerza y determinación, arrebatada durante unos minutos a los especuladores que se han adueñado de la ciudad, pasando a pertenecer, por un rato, a los ciudadanos, que caminaban juntos reclamando lo que es justo, pesase a quien pesase. Durante esta acción se informó del motivo de la protesta a los conductores de los coches y a los pasajeros de autobuses, quienes se mostraban ávidos de información ante esta aparición inesperada. A través de la Gran Vía, se llegó hasta la Plaza de España, donde se realizó una comida popular, ambientada por un grupo de capoeira. Una vez más se demostró que las personas, unidas y organizadas, pueden desarrollar variados tipos de movilización, desobedientes y festivos, cívicos y rebeldes, alegres y desafiantes, sin que la humanidad sufra por ello, pues como siempre, el sufrimiento lo imponen quienes detentan el poder económico y político, y el que haya o no disturbios, depende de la delegación del gobierno, pues es ella la que los provoca cuando le apetece. Tras el paso de la manifestación, las calles de Madrid volvieron a manos de las mafias inmobiliarias, de los buscadores del lucro económico a costa de lo que sea, de quienes se enriquecen con la necesidad de todos… pero solo por ahora. Volveremos, y seremos imparables. Este ha sido solo el principio, una mañana de Julio a modo de colofón de las sentadas de las últimas semanas. Durante el verano se seguirá trabajando, preparando la campaña de otoño, en la que se reiniciarán las movilizaciones todavía con más fuerza y organización.