Los últimos acontecimientos han dejado a cada uno en su sitio.
Nos hemos cansado de oír hablar de confianza y honor.
Lo peor que se puede decir de una persona es que su palabra no vale nada. Pues lamentablemente es lo único que se puede decir de Don Antonio Moreno y de los miembros del consejo rector.
Una vez detrás de otra han faltado a su palabra. Nunca se han cumplido plazos, nunca se ha plasmado esa última firma que faltaba para el préstamo y sobre todo, de nada sirve la palabra de Antonio Moreno respecto al precio de las viviendas.
Firmamos títulos de adjudicación que ha día de hoy no sirven de nada. Se entregaron cantidades a cuenta con la garantía personal de Don Antonio de que en caso de baja se entregarían las cantidades. Releer las actas de otros años en cuanto a plazos, situación de la cooperativa y coste de cada una de las promociones de las fases es leer una cosa y a la vez lo contrario.
El honor y el valor a la promesa dada tienen valor en los momentos difíciles. De nada vale mantener la palabra cuando algo es fácil o todo va bien. El honor y la templanza de una persona se demuestran en los malos momentos, cuando hay que mantener esa promesa a toda costa o cargar con las consecuencias por no poder cumplirlas.
Consecuencias tan simples y sencillas como pedir disculpas y presentar a dimisión.
Eso es lo que haría una persona con honor y con palabra; todo lo contrario a culpar a terceros (bancos, bajas, socios) por errores propios.
Estas son las personas que capitanean el barco y este es el honor demostrado.
Un saludo