"El arte de vencer se aprende en las derrotas." (Simón Bolívar)
Hace 5, 10 o 14 años cuando viste los folletos informativos de una cooperativa seguro que tu primera sensación fue la ilusión. Ilusión por tener un piso, una vivienda que por aquel entonces parecía una exigencia, ¡¡¡Como no ibas a comprar un piso si todo el mundo lo hacía!!! Y ahí estaba la oportunidad. Ahí estaba.
La segunda sensación fue la de esperanza; los años iban pasando, las cuotas se iban pagando con esfuerzo, siempre dejando de lado otras cosas y con trabajo, con mucho trabajo. Cada vez parecía más cerca.
Luego vinieron las dudas, los plazos no se cumplían y los avances no se veían por ningún lado, pero las promesas de las gestoras seguían ahí ligadas al engaño como la sal al agua del mar.
Y al final la frustración, la frustración del que abre los ojos, del que se da cuenta de que el sueño terminó y no sabe dónde acudir, donde quejarse, donde reclamar, donde reponerse.
Y te quedas noqueado como un boxeador mediocre, sin saber por dónde te vino el golpe, sin saber dónde está tu rival en el ring, perdido y desorientado.
Transitas por estados anímicos que van de la negación al desanimo, de la vergüenza a la aceptación pasando por la rabia. Un día no quieres ver la situación, realmente no quieres verla, ni hablar de ella y la abandonas en un rincón del cerebro. Otro día cuando te preguntan cómo va ni siquiera sabes que contar, encuentras tantos culpables que la conversación se acaba alargando hasta aburrir a tu interlocutor, las gestoras, los bancos, el seguro, los políticos, todo el mundo te apoya y se solidariza contigo, pero al final no queda nada, no queda nadie más que tú. Abrumador
¿Y ahora qué? ¿Continuamos esperando? Muchas veces he querido culpar a la “mala suerte” pero me engañaba, la buena o mala suerte no existe, nosotros y únicamente nosotros construimos el futuro dando forma a las circunstancias que nos rodean y este es el momento de empezar a cambiar las circunstancias, de salir de la apatía, de dejar de ser el boxeador noqueado a mirar fijo un objetivo y no perderlo de vista.
Si te engañan una vez la culpa es del que te engaña, si te engañan dos veces la culpa es tuya. Nos engañaron una vez vendiéndonos un proyecto sin futuro, una esperanza sin fundamento, no olvidemos nunca que esa vez fueron ellos, pero si ahora permanecemos quietos, inmóviles, inertes, somos nosotros los que nos estamos engañando, somos nosotros los que estamos echando más tierra sobre el sueño. Somos nosotros los que abandonamos lo que durante varios años fue el objetivo principal de nuestras vidas, somos nosotros los que no hemos aprendido nada.
Si ahora no haces nada, si ahora ni eres capaz de moverte entonces les estas dando la razón cuando dicen que somos manejables. Le estas dando la razón cuando dicen que la culpa de todo fue exclusivamente tuya.
"El fracaso consiste en no persistir, en desanimarse después de un error, en no levantarse después de caer." (Thomas Edison)
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