Noticias sobre los parquímetros:
Tampoco aquí veo voces a favor de su implantación, bueno voces o razonamientos técnicos, y no pasionales.
http://www.abc.es/abc/pg060314/prensa/noticias/Madrid/Madrid/200603/14/NAC-MAD-214.asp EDICIÓN IMPRESA - MADRID
Arramblar
Sobre el tapete de los idus de marzo está por ver si la apertura de la veda de los parquímetros triunfa en alborotos sobre los disturbios del botellón que viene, ambos vientos de la actualidad movidos por las impaciencias de los barrios y por el poco tacto de las autoridades que surcan la travesía del tiempo electoral: todo son promesas, amiguismos, derroches de dineros, ataques de autoridad y, rara vez, hacer la pelota al vecindario suelto para frenarle sus impulsos. El problema salta porque entre una pelota y otra, los vecinos de Madrid están hasta las pelotas del discurso municipal que cada día pretende contarnos una milonga, entre sus improvisaciones para sacar los cuartos de manera abusiva y chulesca. Como el pichi que castiga, «las educo y estructuro, y les saco luego un duro, p´a gastármelo en mis vicios y quedar como un señor», o sea. No cabe mayor desfachatez. El furor de hacer caja prima sobre el orden en la circulación. De ahí el caos creciente, asumido por el grado de incompetencia que viene demostrando la tropa: falta de conocimiento técnico, pocos estudios, para dejarlo claro. Alarde de agresiones contra la obligatoria tarea de dar servicio a los madrileños en esta parcela. Lo primero, cabrear a los vecinos. Hace falta control y siguen sobrando dobles filas, tolerancia con los fuertes, empujones a los débiles. Vías públicas convertidas en almacenes de materiales de obras: retratos de pingajismo. Las calles no son huertos particulares de la Casa de la Villa: son nuestras... Recuérdese que los primeros deterioros de parquímetros vinieron de los controladores de las empresas concesionarias, creando escuela para el actual motín contra estos aparatos que cuestan un huevo. ¿Será cierta la amenaza de prenderles fuego, tal que el Windsor, la culpa fue de aquel ¡maldito tango!?
En resumen, se puede molestar menos a los vecinos. Se debe y se tiene que prescindir de Esquilache, que iba cortando capas por ahí, prohibiendo los sombreros de ala ancha y mirándose en los espejos de su prepotencia, hasta que el pueblo dijo «¡se acabó la historia¡». Aquí no se trata de arramblar con todo, llevárselo crudo, ni de inventarse un cuento chino cada tres días. Cuando se sepa si hay o no gato encerrado en las adjudicaciones de los parquímetros a tutiplén, sería menester reconsiderar el sistema. Sobre gastar el dinero de tres legislaturas antes de que transcurra la primera, convendría desmovilizar la prepotencia y aprender a rectificar.
LUIS PRADOS DE LA PLAZA