Recuerdo bien todos los sacrificios y desvelos de los de la tienda FRIKY.
La lástima, y lo que yo siento de verdad, es que esta historia de robos se siga repitiendo a día de hoy. Especialmente por los que sin comerlo ni beberlo sufren los efectos. Pero lo que me parece que no puede ser es que la Administración eluda sus responsabilidades en el asunto, eche balones fuera y que encima ni siquiera asuma con humildad lo que sus acciones y omisiones han causado y siguen causando.