Desde hace dos semanas podría estar muerta o muy gravemente herida.
Siempre he sido de las que ha creido que los badenes no son la solución. Peligrosos para los motoristas si no están bien señalizados, incómodos para los amortiguadores y muy fáciles de saltarse entrando por los arcenes reservados a el aparcamiento o aprovechando los huecos que se han desprendido con el paso y no se acaban reparando.
Sin embargo, esta entrada a Miramadrid es espectacularmente peligrosa y ha de tomarse una decisión por parte del Ayuntamiento.
Hace dos semanas, me incorporaba con mi coche desde la Avenida de la Retamosa al Paseo del Radar, justo en el cruce que se menciona aquí. Desde esta calle existe un ceda el paso con visibilidad de al menos unos 20 metros hasta la cuesta de la carretera que viene de los Berrocales. Observé tanto a la izquierda como a la derecha y no venía ningún vehículo. Sin embargo cuando ya estaba incorporándome apareció detrás mío un todoterreno conducido por una mujer a alta velocidad que intuyo que sería de al menos 80 km/h que me venía dando destellos con las luces largas al darse cuenta del peligro. Tan solo tenía dos opciones, acelerar o invadir el carril de sentido contrario por el que venía un motorista de edad adulta que se echó las manos a la cabeza al darse cuenta de la extrema situación de peligro (aún no entiendo como consiguió guardar el equilibrio) . Finalmente conseguí acelerar poniéndome a 60 Km/h y el todoterreno pegó un impresionante frenazo quedando nuestros vehículos casi pegados. Sin ningún tipo de arrepentimiento, y una vez pasó el motorista que venía por el sentido contrario, la mujer del todoterreno volvió a adelantarme por el carril contrario antes de llegar a la siguiente rotonda que comunica con la Av. de la Circunvalación y se me quedó mirando con ojos intimidatorios. Tras el susto la velocidad en mi vehículo volvía a ser de unos 40 km/h por lo que volvió a saltarse todas las normas permitidas realizando un adelantamiento ilegal e innecesario ante la estupefacta mirada de mi acompañante al borde de una taticardia.
En conclusión, ¿Es tan difícil poner advertencias realmente visibles en la subida de la cuesta de la carretera de los Berrocales sobre la entrada a una zona residencial y la prohibición de llegar con tales velocidades debido al riesgo de muerte de un peatón o los ocupantes de cualquier otro vehículo? ¿Realmente somos tan incivilizados que necesitamos que nos prohíban contínuamente lo que sabemos que no debemos hacer?
Si el ayuntamiento no toma cartas en este asunto, ya sea a través de la mejora de señalización y advertencia del peligro, controles de velocidad policiales o badenes (aunque se sigan esquivando por los arcenes, al menos nos obligan a reducir la velocidad) y los conductores no tomamos conciencia de la repercusión de nuestros actos, lamentaremos pronto hechos como el que comenta Smily y aquellos que probablemente desconocemos.
Y recuerdo de nuevo, desde hace dos semanas podría estar muerta o muy gravemente herida.