Completamente de acuerdo con la contundente respuesta de antacuellos. Los hechos que rodean a la terrible matanza de Paracuellos han sido narrados rigurosamente por historiadores como el general Casas de la Vega, Ricardo de la Cierva, César Vidal o Pío Moa, resaltando en todos los casos la responsabilidad primerísima del comunista Carrillo. Todas las misas y memoriales en recuerdo de aquellos miles de asesinados serán pocas. Por lo visto, cuando se estaba considerando que nombre llevaría el colegio Tuñón, según algunas fuentes, avanzó como posible y conveniente el de uno de los dominicos mártires en Paracuellos beatificados por Juan Pablo II, pero no cuajó.
Pero el recordar aquellos siniestros acontecimientos no debe ser ningún obstáculo para el perdón de sus responsables. El perdón de Dios y el humano de cada católico, aunque pueda lamentarse que en el caso de Santiago Carrillo el perdón humano no haya sido posterior al juicio al que debería habérsele sometido y la consecuente condena.
Aprovecho que haya surgido esta cuestión para recordar la importancia de una buena educación cívica para los escolares del Antamira; una educación, como se dice en el ideario del centro, que tenga como finalidad última el servicio y amor a España. Y alguna cosa habrá que decir otro día sobre algunas deficiencias que se observan en el colegio en lo referente a este aspecto vital en la educación de los chicos, en el que la profesora de historia, sobre todo en secundaria, debe tener un importante papel.
Sigo ahora con deficiencias relacionadas con la formación religiosa y educación espiritual que había sido el motivo exclusivo de mi intervención anterior en este foro. Al hilo del aplauso por Jorge50 a la iniciativa de algunos alumnos mayores del colegio de celebrar el nuevo pontificado con una charanga de variados instrumentos que recorrería algunas calles del pueblo, no tengo otro remedio que poner el acento sobre la pobrísima educación musical que se imparte en el colegio, con la única intención de que se vaya corrigiendo esta deficiencia; que me hago cargo no puede ser de un día para otro.
Así, ahora es lastimoso ver como las celebraciones litúrgicas de la misa son acompañadas en algunos momentos por el rasgueo de una guitarra y algún canto, lo que nos retrotae todo ello a los años 60 y 70, a misas en las que no sorprendía ver aparecer algunos melenas tocando sus guitarras y con unos atronadores equipos de sonido a cuestas. Y esto contraviniendo lo establecido en los documentos canónicos o eclesiales que se refieren a la utilización de la música en las celebraciones litúrgicas. En el artículo 63 de la Instrucción Musicam Sacram, se dice que serán completamente descartados de las celebraciones litúrgicas aquellos instrumentos que, según el sentir común y el uso corriente, se utilizan únicamente para la música profana. Y en el Codex Juris Musicae Sacrae, canon 59, se llega a una precisión mayor; está prohibido el uso del piano como también el de los instrumentos fragosos y ligeros, como los tambores de cualquier forma y tamaño, los chinescos, los platillos y otos instrumentos semejantes. Por ello están absolutamente prohibidos en los templos los instrumentos de perc usión como el bombo, tambor, timbales, tam-tam, platillos, carillón, guitarra, cítara, tamboril vasco, xilófono, clavicémbalo, saltarello y otros semejantes a estos.
En la completa y autorizada recopilación de Monseñor Annibale Bunigni, Lesgislazione Musicale-Litúrgica, leemos: " están excluidos del uso sagrado. de modo absoluto, los instrumentos fragorosos (como la batería), o profanos (piano), o ligeros (acordeón, guitarra, mandolina).
Ya es hora de dejar la guitarra a la puerta de la capilla y comprar para ella un órgano de tubos, instrumento musical que aportará un esplendor notable a cualquier ceremonia y levantará poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales.
De esto se hablaba el curso pasado en el que había una muy competente profesora de música que, de manera inexplicable fue despedida. Hoy puede decirse que la educación musical en el colegio es inexistente, tanto por lo que se refiere a la desganadamente llevada asignatura curricular como a la música como complemento extraescolar o integrada, de modo reforzado, en el oficial.