Érase una vez un pueblo en el que ciertas personas con intereses comunes relataban historias para ganarse a los que allí habitaban, contando verdades a medias, utilizando el descontento general como arma para ganarse su confianza; jactándose de devolver un dinero público como un acto altruista, cuando fuera de esas fronteras habían sido obligados a hacerlo, ya que se estaba utilizando para otros fines diferentes a los que había sido destinado. Perjudicando a gente trabajadora que con su esfuerzo y dedicación mantenían la vida de ese pueblo, contando falacias no ciertas. Y llegado el momento en el que se descubre todo el pastel, prima el silencio, permaneciendo agazapados, sin reconocer públicamente su error y manipulación hasta pasado un 26 de mayo, no vaya a ser que los habitantes abran los ojos y salgan de su embrujo dialéctico y su cuento de color naranja. Después vendrán las disculpas, el reconocimiento del error, pero el daño ya será irreversible.
Un final de cuento feliz es posible.
Editado por miramipueblo 23/5/2019 23:36