Martes, 21 de abril de 2009. Actualizado a las 20:24 (CET)
RESTAURANTES
La mesa y el mantel
Pescador con chicha
Juan Salazar, el patrón de El Foque, ha emprendido una nueva aventura empresarial en Sanchinarro
TABERNA DEL PESCADOR | Dónde: Manuel Pombo Angulo, 18 | 91 750 47 94 | Cerrado domingos noche | De 35 a 50 euros
FERNANDO POINT
Juan Salazar, el patrón de un restaurante tan veterano como reconocido en Madrid, El Foque -cuya especialidad muy bien valorada es el bacalao, y que los melómanos conocen bien porque está justo detrás del Auditorio Nacional-, ha emprendido una nueva aventura empresarial, cosa notable en estos tiempos procelosos, en el rincón más remoto de la ciudad de Madrid, en Sanchinarro, ya que de hecho la línea de demarcación que separa su municipio del de Alcobendas está apenas unos metros más arriba.
Para que los aficionados se hagan una idea de dónde queda esta calle de Pombo Angulo, es exactamente detrás de El Oso, el excelente restaurante asturiano. Pero éste, por esos extraños designios municipales, solamente tiene acceso desde la vía de servicio de la A-1, así que es como si los dos establecimientos estuviesen a kilómetros de distancia el uno del otro.
Esta zona, aún en plena construcción, de Sanchinarro ofrece sin duda excelentes posibilidades de crecimiento de cara al futuro, y ofrece desde luego locales de estupendas proporciones y altos techos, como es esta Taberna muy luminosa y acogedora.
Su estilo culinario es ecléctico, con acentos más andaluces que en El Foque, y con una buena oferta para carnívoros, como el nombre del establecimiento no parecía, de entrada, prometer...
Es muy temprano para formarse juicios definitivos, y hay aún errores de primerizo, como indicamos más abajo. Pero también se ve ya una cocina sabrosa y apetecible, y eso le viene muy bien a Sanchinarro, donde tan pocas mesas interesantes hay hasta la fecha.
Resulta correcta, sin más, una ensaladilla rusa, pero muy gustosas y frescas unas rabas de calamar santanderinas, que en realidad no lo son del todo, ya que se sirven abuñoladas como las gambas en gabardina (cosa que en Santander no harían jamás), pero la heterodoxa versión funciona perfectamente. Hay múltiples mariscos y muchas entradas (frente a pocos platos principales), lo cual invita a compartir.
Y, de hecho, se puede completar una comida muy apetitosa sólo con ese apartado. Si no, ahí está una muy digna carne roja, unas tiernísimas mollejas de cordero y un único guiño al Foque: el bacalao al pilpil, en su punto de cocción y de sal, y con la emulsión bien suave. Los postres (esponjoso de limón con fresas estofadas, tarta de naranja con chocolate caliente), aceptables pero un poco escuela de hostelería. El servicio, muy amable.
La carta de vinos es de un convencional verdaderamente inesperado en un restaurante totalmente nuevo. Pero es que cuando uno encuentra en ella algo más atractivo por lo novedoso, un vino de una de las nuevas bodegas del Bierzo, el camarero vuelve con la noticia de... que no lo tienen. (Tampoco tenían unas chirlas a la marinera a mediodía, y a mitad de semana, cosa poco explicable si no fuese porque la casa acaba de abrir y le falta organización).
Total: nos consolamos con una botella de Les Terrasses, de Álvaro Palacios. Por cierto: pidan una botella de cava ofrecida de regalo de inauguración. Nosotros no lo hicimos, pero dice la publicidad del restaurante que la oferta sigue en pie hasta el mes de julio...
Cocina: Notable
Servicio: Notable
Bodega: Insuficiente
Decoración/ambiente: Notable
Calificación global: 13/20
Publicado en El Mundo.
SD