Vengo de dar un paseo por el barrio aprovechando la festividad de San Isidro y lo que he visto es desolador. Aparte de los recortes en limpieza, que no seré yo quien los defienda (es complicado encontrar un ayuntamiento en España que peor gestione sus -nuestros- recursos peor que este) hay un tema de civismo flagrante.
Es que, se limpie más o menos, la gente es muy guarra. Aceras llenas de orina y excrementos de perro, papeleras destrozadas, graffittis, parque llenos de litronas y latas, carritos de bebé en contenedores de vidrio! De verdad, es alucinante el poco sentido de lo público que se tiene por aquí. Si a eso sumamos que no existe la ley para aparcar, que a uno sólo le importa uno mismo y no los demás, me da la sensación de que un barrio como este, con lo agradable que podría ser, se convierte en algo muy mal cuidado.
Desde luego que los políticos no están a la altura. Pero muchísimos ciudadanos tampoco. Ya está bien.