En los últimos días, los titiriteros del cine español han vuelto a la carga en defensa de sus amigos los batasunos y los etarras al tiempo que ofendían e insultaban a millones de españoles de bien, incluidas las víctimas de sus amigos. La Unión de Actores, en su última gala a finales de Mayo le otorgó un premio a Jone Goiricelaia, abogada de Otegi y activista de Batasuna. Invertidos, promiscuos y grimosos como Pedro Almodóvar o Boris Izaguirre, bisexuales depravados como Miguelito Bosé, o pellejos inclasificables como Pilar Bardem, han atacado con saña a los patriotas que no nos tragamos el cuento de la tregua y que nos oponemos a la negociación con las hienas separatistas. Toda esta patulea de cantamañanas sectarios y engreídos se creen por encima del bien y del mal por la aureola de artistas e intelectuales que ellos mismos se otorgan con la complicidad de unos medios de comunicación dominados por individuos tan sectarios y mediocres como ellos. Sin embargo, la realidad es que no son más que parásitos improductivos que sólo merecen el desprecio absoluto de la gente de bien. Y por todo ello es conveniente que los españoles sin complejos empiecen a conocer la realidad del cine español.
El año 2005 se produjeron en España cerca de 140 largometrajes (más de 50 de ellos fueron coproducciones). La recaudación de estas películas, según datos del Ministerio de Cultura, fue de 105 millones de euros, lo que supuso 12,2 millones más que en 2004. La realidad es que, al incluir como españolas a tres películas como El reino de los cielos (Ridley Scott), A good wooman (Mike Barker) o Sahara (Breck Eisner), las cifras de recaudación ascienden milagrosamente.
Siendo rigurosos, hay que echar las cuentas sin contar a estas tres superproducciones anglosajonas que han contado con una ridícula y testimonial participación española, con la única y exclusiva finalidad de acceder, encima, a una subvención a taquillaje del Ministerio de Cultura.
Así las cosas, la recaudación real del cine español en 2005 se quedó en 90 millones de euros, lo que supone 3 millones menos que en 2004.
Pero lo más curioso, y que se oculta sistemáticamente a la opinión pública, es que, de estos 90 millones, unos 55 los han recaudado sólo 10 películas, y que a su vez, de estos 55, sólo una producción, Torrente III, recaudó el 30 por ciento, 18 millones de euros.
Esto significa que las 130 películas españolas restantes recaudaron una media de 270.000 euros, es decir, la astronómica cantidad de ¡45 millones de pesetas! O lo que es lo mismo, que consiguieron atraer cada una a la mareante cifra de 7.500 espectadores
Esta es la realidad del cine “progrespañol”. Una patulea de parásitos incompetentes que no generan ni un euro con su ¿trabajo? y que en cambio nos cuestan un congo a los contribuyentes, a esos españoles que estamos obligados a pagarles el sueldo a esta caterva de vagos para que encima nos insulten.