El Consorcio y San Bruno se culpan mutuamente del bloqueo de las 226 viviendas de Cellophane
Mientras, las familias afectadas se organizan en una asociación para exigir información y dialogar con las partes implicadas / La fecha inicial de entrega de los pisos era diciembre de 2008, hace casi dos años
Dom, 03/10/2010
L. B. / Burgos
El bloqueo es evidente. Cualquiera que pasee por el entorno de la antigua Cellophane puede apreciar la ausencia total de movimiento en la manzana dedificios que aparece en la fotografía de la derecha, los de la polémica, los promovidos por cooperativa San Bruno, ubicados en la encrucijada entre las calles Eduardo Ontañón, José Luis Santamaría, Siervas de Jesús y el paseo Laserna.
Una valla rodea toda la manzana. Avisa que los inmuebles están deshabitados, algunos desde hace más de un año. Y no precisamente por que carezcan de dueños. Sus propietarios, título por el que más de 200 famlias burgalesas abonaron hace años la nada desdeñable cifra de 62.900 euros, no dan crédito a la situación. Esperan las llaves desde diciembre de 2008 y seguirán esperando, temen, aunque sin saber muy bien porqué. Algunos sólo saben que cada mes deben abonar el alquiler de una vivienda provisional y el préstamo personal que muchos tuvieron que solicitar para embarcarse en esta aventura que se ha tornado más peligrosa de lo que jamás imaginaron.
La tensión que se vivió en la última asamblea de cooperativistas, con presencia de hasta ocho agentes de la Policía Nacional, da muestra de la desesperación que cunde. Con todo, han decidido actuar y se constituirán en asociación empeñados en defender sus intereses, obtener información y, sobre todo, sentarse a dialogar con todas las partes implicadas: la cooperativa San Bruno, el Consorcio del Desvío Ferroviario -integrado por el Ayuntamiento de Burgos, Caja de Burgos y Cajacírculo- o la propia constructora, actores todos de una trama compleja en la que sus dos principales protagonistas se acusan mutuamente del bloqueo existente en la actualidad.
Así, el Consorcio, y en su nombre el concejal de Fomento, Javier Lacalle, asegura que el único ‘paso’ pendiente es que San Bruno «pague lo que debe».
«Tan sencillo como eso», apostilla y subraya que ya demasiado le está costando al Consorcio la espera, pues, debe hacer frente «pidiendo préstamos, además», lamenta, a facturas de vigilancia, mantenimiento y certificados de obra que «debería asumir San Bruno si hubiera pagado lo que tiene que pagar al Consorcio, con quien firmó el contrato en su momento».
«En realidad es como cualquier caso particular. Uno se compra un piso y da una señal. Al hipotecarte el banco te da el dinero, pagas todo y es en ese momento cuando, al elevarse a escritura pública, pasas a ser el titular, el dueño, pero no antes», relata el edil. Será entonces, según el concejal, cuando San Bruno pueda entregar las 226 viviendas a sus cooperativistas.
Lacalle insiste que el propietario de todos y cada uno de los edificios es el Consorcio y que así se lo han comunicado a San Bruno en las reuniones que hasta la fecha han mantenido, sin llegar a ningún acuerdo en vista de la situación actual. Añade además que el Consorcio está abierto a explicar con detalle la situación –como ya lo ha hecho a título particular a los cooperativistas que han preguntado- a los responsables de la asociación que se gestó en la última asamblea. Sin embargo, San Bruno ofrece una versión diferente de los hechos. Según fuentes de la cooperativa, las causas del retraso podrían deberse a un desencuentro entre el Consorcio y la constructora debido a un sobrecoste de la obra que ninguna de las partes desea asumir, al menos, sin contrapartida. Esta discrepancia motivaría que el Consorcio no pueda entregar las viviendas, siempre según San Bruno, por carecer de la propiedad, siendo ésta actualmente de la constructora, Isolux Corsán, que consultada por este periódico desmiente conflicto alguno y asegura que su papel se limita ejecutar un contrato.
En este caso, de ser válida la versión de San Bruno, solventada esta posible desavenencia y entregado el final de obra del bloque E, cuyos materiales iniciales no recibían el visto bueno, las vallas tendrían los días contados y podrían entregarse las llaves.
Eso, si antes logran despejar el cúmulo de dudas que aún tienen sobre el precio final de las viviendas y sobre los compromisos de financiación de las dos entidades involucradas en el Consorcio del Desvío. Porque tienen claro que aunque quieren sus viviendas no tolerarán más sorpresas de última hora.