Hola, nuestro caso con los vecinos de arriba es complicado, pero agradecería cualquier ayuda porque estamos ya desesperados. A primera vista puede no parecer un problema, ya que no es una cuestión de decibelios ni de horarios. Pero es algo constante, diario y duradero, por lo que llega un momento que te destroza los nervios.
Mis vecinos de arriba son un matrimonio de jubilados. Muchos podrían pensar que qué suerte, que un matrimonio mayor y silencioso. Nada más lejos de la realidad. No es que monten fiestas, ni pongan música alta, pero para empezar no saben lo que son las zapatillas de estar por casa. No trabajan y apenas salen, pero se pasan todo el día trajinando por la casa con los zapatos puestos.
Para seguir, el marido tiene un taller, en el que se pasa la mayoría de los días hasta las dos y las tres de la madrugada pegando golpecitos, poniendo en marcha un motor y cayéndosele las herramientas al suelo (mi techo) cada dos por tres.
Hasta aquí cosas normales que puedo aguantar sin problemas. Pero lo peor es que el médico les dijo que tenían que andar todos los días. Me imagino que el médico se referiría a bajarse a la calle, tomar el sol, el aire, socializar, etc, algo muy sano. Pero mis vecinos se dedican a realizar dos horas, repito, dos horas diarias, una caminata pasillo arriba, pasillo abajo. Es insoportable, tengo esas dos horas diarias de zapatos pasillo arriba pasillo abajo metidas en la cabeza, porque a todo esto llevo escuchándolos ocho años nada menos. ¿Se imaginan dos horas de zapateado diario durante ocho años?
No puedo más, me pongo tapones y lo sigo oyendo, pongo música y lo sigo oyendo. Porque si al menos el ruido se limitara a una habitación, podría cerrarla, pero va arriba y abajo por toda la casa. Es que ni los domingos descanso, lo hacen todos, todos los días.
Me he quejado varias veces y tan sólo he obtenido dos respuestas. La primera fue un simple: “Ah, vale”, y la segunda fue literalmente: “Los coj...s”. Como comprendereis el diálogo es imposible con ellos.
Estoy ya con ataques de ansiedad. Económicamente no podemos cambiarnos de casa, ya hemos hecho cuentas y no nos llega. De verdad que no sé qué hacer.