Llevan ya más de año y medio pagando una derrama para el dichoso ascensor, pero el administrador no ha hecho nada, ni una gestión, pese a que todo está aprobado: el modelo y la subida de las cuotas. Es incomprensible. Mientras tanto, los vecinos siguen haciendo un esfuerzo cada mes, sin ver avances, especialmente los pensionistas, que lo sienten más en el bolsillo.
El administrador, junto con la presidenta, se cierran en banda y se ofenden si alguien se atreve a cuestionar la situación, como si fuera un territorio prohibido. Pero la paciencia tiene un límite. Lo lógico sería organizar una junta extraordinaria, sin rodeos, pedir explicaciones claras y, si no hay respuestas convincentes, plantear un cambio de administrador. Las cosas no pueden seguir así.