El cambio de uso de un local comercial a vivienda en una comunidad de propietarios. En teoría, no hace falta el permiso de los vecinos, siempre y cuando se cumplan ciertos requisitos legales y estatutarios. Así es, el dueño del local podría lanzarse a la aventura sin consultar a la comunidad, claro, solo si los estatutos y el título constitutivo no contienen un "alto ahí" bien claro. Tampoco debe tocar un ápice de los elementos comunes, ni rozar cuotas de participación. Todo muy formal, aunque la práctica diga otra cosa.
Pero entremos en el meollo de la cuestión.
Los estatutos.
La primera clave está en los estatutos y el título constitutivo de la comunidad. Al Tribunal Supremo no le gusta andarse con rodeos: si no hay prohibición explícita en esos documentos, el propietario tiene el camino libre para convertir su local en vivienda sin pedir permiso a nadie. La comunidad puede murmurar, pero si no hay prohibición registrada, el vecino tiene las de ganar.
Los elementos comunes, otro campo de batalla
El cambio de uso no debe afectar en nada los accesos, las tuberías comunes o los servicios de ventilación. Ahí está la grieta por la que la comunidad podría interponer una queja. Si el cambio implica meter mano a esos elementos compartidos, entonces el tema sí podría llevar a una votación con mayoría cualificada. La normativa urbanística también tiene algo que decir y no escatimará en requisitos de seguridad y habitabilidad que el nuevo propietario deberá cumplir.
El ayuntamiento, como siempre, vigilante
Aunque no necesite un “sí” de los vecinos, el propietario tendrá que vérselas con el ayuntamiento, que, no soltará la licencia si la propiedad no cumple con todos los estándares de habitabilidad. Si el local no tiene la altura de techo adecuada, buena ventilación o suficiente luz natural, el cambio se quedará en el tintero.
Cómo podría la comunidad dar batalla
Si los vecinos no ven con buenos ojos el cambio de uso, aún tienen algunos ases en la manga:
Revisar los estatutos y el título constitutivo hasta encontrar cualquier detalle que prohíba el cambio de uso.
Consultar a un buen profesional del derecho para analizar si el cambio afectaría los elementos comunes o incrementaría el uso de servicios compartidos, lo cual podría justificar una intervención de la comunidad.
En resumen, puede que el propietario tenga casi toda la jugada a su favor, pero los vecinos aún tienen opciones para, al menos, entorpecer la partida si consideran que la nueva vivienda trastornará la vida de la comunidad.