Otro tocho de articulo. interviu.
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REVISTA INTERVIU.
Seseña (Toledo):
En abril cumplió su contrato como agente urbanizador y “deja su urbanización abandonada” –dice el alcalde, Manuel Fuentes–. Francisco Hernando, ‘el Pocero’, lo niega: “Si Fuentes me autoriza, mañana empiezo las obras”.
"¿Otra vez aquí? ¿Para qué vamos a hablar con más periodistas si luego no sacáis nada de lo que decimos?”. Los vecinos de El Quiñón, la urbanización proyectada por Francisco Hernando, el Pocero, en Seseña (Toledo), están cansados del desfile de los medios de comunicación. Para ellos, el sitio no es un secarral –como siempre lo define la prensa–, sino su hogar: pisos de 90 metros cuadrados con tarima flotante de pino, preinstalación de aire acondicionado, granito brasileño en el portal, dobles ascensores, cocina equipada, fibra óptica, amplias terrazas, garajes, trasteros y zonas comunes con piscina. Y todo por 180.000 euros de media; es decir, la mitad –o menos, mucho menos– de lo que costaba una casa similar en Madrid, a sólo 35 kilómetros de distancia.
El problema es que Hernando se va de su urbanización. En abril acabó su contrato municipal de cinco años como “agente urbanizador” –esa figura tan española que la Unión Europea quiere abolir porque sólo sirve aumentar el precio de la construcción– en El Quiñón y lo deja. Y se va cuando de las 13.000 viviendas proyectadas, sólo están terminadas 5.000, de ellas 2.700 habitadas: “Nos traslada a nosotros el problema de urbanizar lo que queda –dice el alcalde, Manuel Fuentes (IU)–, que fundamentalmente son tres cosas: llevar agua, desviar el tendido eléctrico y hacer una vía de servicio. Y con diez millones de presupuesto no podemos ni pagar a los proveedores”.
El Pocero niega la mayor: “Si el alcalde nos da la licencia de obras, mañana mismo empezamos a trabajar –dice el periodista Alfredo Urdaci, su portavoz–, porque Hernando no quiere irse de aquí pese al alcalde, que sólo le pone trabas. ¡Si hasta tenemos comprados los depósitos del agua!”. Esas tres obras –agua, luz y carretera– son las que impiden que Fuentes dé licencia de primera ocupación a las más de 2.000 viviendas que Hernando vendió a la Banca –según la alcaldía, ésta le embargó; según el Pocero, fue una venta a precio de tasación y con ganancias, antes del estallido de la burbuja– y que están construidas, pero vacías: “Hasta que no esté todo urbanizado, no hay licencias –dice Fuentes–. ¿Lentitud? Me presentaron los proyectos en 2006. Y hay que expropiar. Hemos agilizado lo que hemos podido; pero no puedo saltarme la ley”.
Algunos vecinos de El Quiñón no están de acuerdo. Dicen que, en efecto, el alcalde sólo intenta torpedear una urbanización de la que están orgullosos: “Pero hablar de eso no interesa –dice, por ejemplo, David Rico–. En la prensa sólo sale lo peor, y eso no incluye al alcalde, que nos tiene abandonados”. David nació en Seseña y hace poco más de un año, cuando llegaban los primeros vecinos, abrió en la urbanización de el Pocero su bar, La Tabernita de Rico. Evidentemente, no comulga con el regidor de su pueblo: “Por favor –se indigna–, ¡pero si este año nos ha triplicado los impuestos! Y aquí sólo viene a cobrar la basura y alcantarillado, cuando no manda a los guardias a poner multas. Un desastre”.
Felipe Sancho, ex concejal del PSOE y presidente de la Asociación de Propietarios también se queja de la falta de predisposición municipal: “¿Por qué, si Hernando ha cumplido con todo hasta ahora, el Ayuntamiento no ha recepcionado aún las obras que están hechas, como se hace en otros sitios? Pero le va a costar caro: aquí ya hay 2.300 censados y sólo consiguió 12 votos en las europeas. Hasta Rosa Díez le cuadruplicó. Y Seseña son 6.000 vecinos, ¿eh?”.
Sancho apoya a el Pocero; no en vano era miembro del equipo municipal que –con el alcalde del PSOE, José Luis Martín– aprobó su macrociudad. El constructor, además, contrató a su hija. Ahora, el Pocero se va, pero el ex concejal Sancho forma parte de ASIL, el partido político promovido por Hernando y los comerciantes para tratar de echar a Izquierda Unida de la alcaldía.
El ex jefe de Sancho y ex alcalde, José Luis Martín, está siendo investigado por la fiscalía anticorrupción. Martín era taxista en el pueblo antes de la llegada de el Pocero y ha justificado más de 700.000 euros de ingresos –como declaró ante la fiscal Belén Suárez– afirmando que le habían tocado cinco cupones de la ONCE. Hernando insiste siempre a través de Urdaci en que la urbanización se aprobó con Fuentes de alcalde: “!Que no! –responde éste–. Estaba todo hecho ya, aunque pendiente de recurso. Conmigo de alcalde sólo se le dio curso; pero, ojo, con el voto en contra de IU, algo que nunca se dice. Se pusieron de acuerdo PP y PSOE y lo aprobaron”.
Al margen de las razones de Fuentes, lo que sí parece claro es que los del residentes de El Quiñón están más de parte de el Pocero que de Fuentes. En la urbanización viven familias jóvenes, inmigrantes, jubilados, profesionales de mediana edad… Carolina Rodríguez y su novio, Jonatan del Ejido, son un ejemplo de los primeros. Tienen un bonito ático de alquiler con opción de compra por el que pagan unos 600 euros mensuales: “Nos viene muy bien y así no tiramos el dinero –dice ella–. Fíjate que yo soy de Valdemoro y he preferido venirme aquí porque me gusta mucho más esto”. Lo mismo dicen Alfredo Pérez y Blanca, compañeros de trabajo en Saneamientos Nicolás, el primer establecimiento que se abrió en Ciudad Pocero o Pocerópolis como lo bautizaron algunos: “Ahora notamos la crisis, claro; pero esto no va mal –dice Alfredo–. ¿Qué hay poca gente? A partir de las siete de la tarde esto se llena, y eso que sólo están habitadas la mitad de las casas”. Alfredo vive en Madrid, pero Blanca tiene un piso en la urbanización y está encantada: “Las calidades son extraordinarias y sale muy bien de precio. Sólo nos quejamos del autobús: eso de que pase sólo cada hora… Y de la limpieza, porque sólo hay un barrendero que paga ‘el Pocero’”.
En efecto, José Antonio Rayón es el único que se encarga de mantener limpias calles y aceras de la urbanización. Cristiano evangélico, lleva 22 de sus 43 años con el Pocero y conoce a todos los de su casa, desde la esposa, Clara Audena, a la madre, Filomena: “Pero no le debo nada, ¿eh? –dice–. Me compré un piso aquí y tuve que dejarlo por no poderlo pagar, así que ahora vivo de alquiler. ‘El Pocero’ sólo me dejó un chalé vacío para vivir una vez, y sólo estuve allí por dos meses”.
Solo, como él, trabaja Antonio Martínez, el joven socorrista de la piscina de uno de los bloques: “Me vengo todos los días desde Valdemoro y, vaya, me voy arreglando”. Cobra 1.500 euros al mes por estar de 12 de la mañana a 9 de la noche, aunque apenas hay 20 de los 120 vecinos que debería tener el edifico que, eso sí, está un poco apartado. En cambio, la piscina del centro de la urbanización, donde vive Juan Domínguez, presidente de la Asociación de Vecinos (600 miembros), está llena. Es un bloque de cuatro portales y se nota el trasiego de gente: “Es que se está muy bien –dice Juan, un jubilado andaluz que se vino para Madrid para estar más cerca de los hijos–. La casa es grande y en la terraza hace incluso fresquito por la noche”.
Hablar bien de la urbanización no le impide a Juan ser crítico con el Pocero: “Intento ponerme en un término medio –explica– entre el alcalde y él, porque lo que queremos es solucionar los problemas de una vez y que esto se acabe”. Una de sus preocupaciones es la cláusula establecida en los contratos de compra-venta por la que, a partir de ahora, serían los dueños del suelo quienes paguen los futuros gastos de urbanización: “Al haber comprado, somos propietarios –dice uno de los vecinos de la asociación–. Para mí, significará pagar casi 10.000 euros”. Es lo que el Ayuntamiento califica de “abandono”, como dice el concejal de Medio Ambiente y Sanidad, Mario Hernández: “‘El Pocero’ nunca quiso colaborar y ahora nos pasa la pelota”.
Si hacemos caso a la voz de el Pocero, no hay tal huida: “Se ha terminado su contrato y ya está –dice Urdaci–. Pero los vecinos pueden estar tranquilos: esa cláusula de las escrituras jamás se va a aplicar: no pagarán ni un euro. Y la urbanización se terminará –en esto sí coincide con el alcalde–. Tarde lo que tarde. Seguro. Es el compromiso de Francisco Hernando”. Ahí queda eso.