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¿Por qué la urbanización Residencial Francisco Hernando en Seseña sigue sin encontrar una solución?

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'El Pocero' pierde su enésima oportunidad de encontrar una solución a Seseña


Los bancos, que se han quedado con el 40% de las viviendas construidas, intentaron convertir la urbanización en un gran centro de teletrabajo, pero han tirado la toalla al carecer de licencias de primera ocupación.

.[ Sé el primero en comentar esta noticia >0tweet Buzz itShare .La polémica urbanización Residencial Francisco Hernando sigue sin encontrar una solución. Cuatro años después de que se destaparan las irregularidades que habían llevado a iniciar el desarrollo de 13.500 viviendas en la localidad toledana de Seseña, el proyecto sigue encallado, sin licencias de obra para casi dos tercios de los inmuebles previstos, y, además, acaba de perder su enésima oportunidad de encontrar una solución.

Ésta pasaba por construir un gran centro de teletrabajo, promovido por la empresa Samara, que permitiría dar salida a las 2.300 viviendas que han terminado en manos de los bancos. Sin embargo, estos pisos carecen de licencias de primera ocupación, lo que ha llevado a los promotores del proyecto a desechar la idea.

Tras escaparse esta oportunidad, la realidad de la ciudad promovida por Francisco Hernando, empresario conocido por el sobrenombre de El Pocero por su antiguo oficio, es la de una ciudad fantasma.

De las 13.500 viviendas que esperaba haber levantado, sólo han podido construir 5.096, de las cuales, un 40% ha terminado en manos de las inmobiliarias de la gran banca: Aliseda (Popular), Altamira (Santander) y CAM, según reconocen desde Onde 2000, la constructora de Hernando. El resto de viviendas, según la misma fuente, han sido vendidas, aunque en su página web se anuncia la venta de 47 pisos, a un precio que oscila desde los 145.000 euros hasta 210.000 euros.

El problema del agua

El motivo por el que estos 2.300 pisos en manos de entidades financieras carezcan de la licencia de primera ocupación es porque todavía no se ha construido la red de agua necesaria para garantizar el abastacimiento a sus futuros propietarios.

La obra de esta infraestructura fue adjudicada a la constructora Hispánica hace tres años por 5,09 millones de euros. Onde 2000, que también se había presentado al concurso para hacerse con el proyecto, presentó una recusación contra el alcalde, Manuel Fuentes, por considerar que debía haberse abstenido en la votación, por los conflictos judiciales que le enfrentaban con El Pocero.

Una vez superado este escollo, surgió un segundo problema que sigue teniendo congelada la obra: el dinero. Desde el consistorio de Seseña denuncian que la constructora de Hernando, como propietario de los terrenos donde se levanta el Residencial, es quien por ley debe sufragar la construcción de la red de agua y no lo está haciendo. Esto conlleva que el Ayuntamiento no pueda pagar a Hispánica por sus trabajos.

Cansada de esperar, la constructora ha decidido tomar medidas legales contra el consistorio de Seseña, que, en respuesta, ha decidido rescindir el contrato con Hispánica. ¿Moraleja? Las citadas 2.300 viviendas seguirán sin agua hasta que otra empresa se haga cargo de la obra y la termine... o hasta que ambas partes se pongan de acuerdo y consigan encontrar una solución para Seseña.

Deudas pendientes

El Ayuntamiento de Seseña denuncia que Onde 2000 le debe 4 millones de euros, una cifra que puede parecen pequeña, pero que llega a resultar ahogante para un cosistorio cuyo presupuesto anual se limita a 11 millones de euros.

Desde la empresa de Hernando replican que su negativa a hacer frente a estos compromisos es en respuesta al rechazo del alcalde a firmarles los certificados de obra por el 95% del desarrollo urbanístico que ya tienen completado. Sin embargo, Manuel Fuentes se ampara en una resolución judicial, que anula el actual proyecto de reparcelación para no firmar las certificaciones hasta que se aclare si todo está conforme a lo que dicta la ley.

Y en medio de estos tiras y aflojas, con la boca pequeña, ambas partes reconocen que sólo queda un camino: llegar a un acuerdo que permita terminar la obra. Quizás, cuando el mercado inmobiliario levante, éste sea más fácil de alcanzar