Hoy es una de esas noches en que la tristeza no te deja dormir y tus lágrimas caen al ritmo que tus dedos golpean el teclado, una de esas noches en las que el silbido del silencio es tu única compañía y el viento en la ventana tu único consejero.
Hoy es una de esas noches en las que lo único que desearías es que la ciudad se quedara a oscuras para poder pasear sin que te observen y caminar hasta que tus pies se rindan al dolor de tu alma.
Hoy es una de esas noches en las que lo único que quieres es que el mundo sea tan invisible para ti como tu has sido de invisible al mundo mientras el sol alumbraba la sombra de tu soledad.
Por suerte hoy es una de esas noches en las que tus deseos no se hacen realidad.