“LOLO”, ¿ ya te han soltado de prisión ?. Te dije que te pusieras una media en la cabeza cuando fueras a atracar. Yo me acabo de comprar unas medias negras de esas de redecillas con un liguero rojo. Me acabo de poner una de la medias en la cabeza para ver que tal me quedaba y parezco un atracador recién llegado de los San Fermines. El mismo lunes me voy a la sucursal bancaria donde tengo la hipoteca y los atraco. Eso si, antes de iniciar la huida, haré un ingreso para cubrir la hipoteca.
El último atraco lo hice con unos pantis de mi amada y querida esposa y el cajero del banco me dijo que no era serio atracar de esa forma. Esto de atracar a los bancos cada día está mÁs difícil. Hace dos semanas me fui a Ocaña para atracar bancos, viendo que una de las Cajas Rurales estaba vacía, entré y dirigiéndome hacia el cajero le dije: “Dame toda la guita que tengas si no quieres que te de una hostia”, el muy hijo de puta me dio un pagaré a 90 días, ¡ MANDA HUEVOS COMO ESTAN LOS BANCOS ¡
La señora, medio dormida en su cama, escucha cuando llega su marido del trabajo. El cuarto está en penumbra.
De repente, siente como él la acaricia suavemente, casi de manera furtiva, recorriendo delicadamente la periferia de su cuerpo.
Ella siente como su cuerpo reacciona inmediatamente a las caricias.
El marido toma sus manos y las recoge, mete una de sus manos por su espalda y llega atrevidamente hasta sus redondeces.
En este momento, la señora está que arde, jadeante, temblorosa, húmeda, deseosa y con los vellos erizados.
Entonces, sus piernas son abruptamente levantadas. La mujer, aun asombrada pero satisfecha siente que al fin la pasión perdida por años ha regresado y le encanta sentir como su hombre apoya sobre ella todo su peso.
La enerva sentir en su nuca el aliento cálido de su marido. Ella se prepara, entrecierra los ojos y levanta las caderas; separa y flexiona sus piernas y se dispone a ser poseída, cuando de pronto su marido suelta sus piernas, gira sobre sí mismo y se acomoda en su lado de la cama.
La mujer, respirando hondamente, entre asombrada y al borde de un colapso pregunta: - ¿¿¿¿Pero...Qué pasó mi macho???? Él, pausado y tranquilamente, responde en baja voz: - ¡¡Ya!!
- ¿¿¿Ya qué...??? (le grita ella histérica)
- Que sigas durmiendo. Ya encontré el mando…