Sr. Toyota:
No se de donde deduce usted (de mis palabras, desde luego no) que yo considere que cuatro chavales sean los causantes de todos los ¿males? de la urbanización.
Símplemente, están haciendo un uso inadecuado de las zonas comunes según las normas que usted, junto al resto de vecinos, fijamos en su día. Si no está de acuerdo con ellas y quiere que todo el mundo pueda jugar a la pelota y montar en bici en dichas zonas, está en su perfecto derecho de proponerlo y estoy seguro que se votará igual que cualquier otra propuesta. En tanto en cuanto no se apruebe, aquellas personas que se sientan molestas por dichas actitudes, seguirán en su perfecto derecho de reprenderlas.
Lo que no me parece bien es que se escude en que "fulanito" no respete las normas (p.j. el señor del Ferrari que usted dice) para justificar el incumplimiento de otras que si le favorecen a usted (o eso deduzco). Evidentemente, lo digo a modo de ejemplo, ya que no hay equivalencia posible entre unos chavales que "sólo" juegan y molestan con la pelota y un señor que provoca una situación de riesgo con su actitud.
En cuanto a lo de si advertiría a los padres que salen con sus hijos a jugar a las zonas comunes, veo una doble lectura (que no intención, bienpensado que es uno) en su mensaje:
Si se refiere a si al estar los padres no me metería en ese jardín para ahorrarme problemas, se equivoca. Creo que con educación, es posible hablar con todo el mundo, aunque el modo en que una persona se dirige a otra, no siempre suele ser recíproca, para bien o para mal.
Si en ese párrafo se refería usted a si me parece bien que un padre baje con su hijo pequeño y jueguen en las zonas comunes, le diré que me parece razonable, ya que a ese señor le supongo cierto sentido del respeto y de la responsabilidad, condiciones que le recuerdo (en general) no solemos tener a los diez, doce ni quince años.
Por último, por si siente la tentación de decirme que como es que siendo la norma la misma, me parece mal en el primer caso y bien en el segundo, le contesto por anticipado que no hay más diferencia que el respeto hacia los demás. De hecho, si todos hiciéramos uso de esto último, ni siquiera harían falta normas.
Y no intente hacer ver que estoy en contra de cuatro chavales (¿Cómo los ha descrito? Ah, sí, "los cuatro infieles que juegan con una pelota"). Yo también he tenido doce años y hubiera querido jugar sin pararme a pensar si molestaba a alguien, pero para eso estaban mis padres, para educarme, no para soltarme y olvidarse de mi un rato.
Un saludo