¡Dios te oiga! Aunque visto lo visto, puede ser que una vez más nos vuelvan a enseñar la zanahoria y no nos la dejen comer. Este truquito lo han usado hasta la saciedad, (¿suciedad?), durante más de dos años: prometen, dan a entender que sí, que no, dicen, no dicen, hacen que nos hagamos ilusiones y luego ¡siguen buscando pegas donde no las hay! Todo para retrasar la LPO y seguir dando largas. ¡Ojalá me equivoque y sea la vez buena! Pero me temo que dicen esto porque no tienen qué decir hasta que encuentren la próxima pega. No creo a los engañadores, mentirosos compulsivos y sedientos de venganza a costa del sufrimiento ajeno. Me he vuelto como Santo Tomás, si no veo no creo. Las personas trapicheras y embusteras no me merecen confianza ni respeto. Pero, repito, ¡ojalá me equivoque! Si así fuera, hasta estaría dispuesto a pedir perdón, aún a las personas manipuladoras que hacen uso de la autoridad para pisotear a los ciudadanos a los que dicen defender.