Efectivamente, bienvenidos todos al reino de la sopa boba, corramos en pantalón corto, peguemos saltitos descoordinados, persiganmos un apelotita amarilla con un trozo de madera carísimo y además todos a la vez y en público...
Carecemos del sentido del ridículo en esas situaciones, perdemos el pudor ante los ojos ajenos, la falta de verguenza de hacer algo para lo que no nacimos ni servimos no nos impide indignarnos si la pelota golpea la pared contraria antes que el suelo, si hacemos doble falta o si fallamos ese punto fácil en la red. Eso sí, si se convoca una Junta ilegal no hacemos nada, si sus acuerdos son ilegales, no pasa nada, si se nombra o se cesan arbitrariamente a cargos elegidos por todos no pasa nada, si se dejan modelos de carta de reclamación nadie los usa...
Así es la sopa boba, la sopa sin sustancia, la vacía, hemos pasado del fútbol y toros, al del pádel y el Ikea, la sopa boba nos come pero no nos alimenta, nos ciega pero parece que nos deja ver, anula el pensamiento mientras creemos que pensamos lo que hacemos, es el fin de la libertad individual y del afán del colectivo, es la época de la tontería y de la estulticia.
LA SOPA BOBA FUERA YA.