Yo no no soy usuario de transportes públicos y por lo tanto es un tema que, a priori, no me afecta en absoluto, pero considero que es casi una obligación preocuparme no sólo por los asuntos que me afectan de forma individual, sino también por los que son de interés colectivo y que ,por lo tanto, nos afectan a TODOS. Es cierto que todo es una cuestión de prioridades y que nadie tiene que justificarse ante los demás (a mi los sábados también me gusta dedicarlos a otro tipo de actividades), pero asistí a la convocatoria porque considero que la construcción de una nueva estación de ferrocarril puede y debe beneficiar enormemente a nuestra zona, revalorizándola económicamente y, obviamente, mejorar el sector servicios, evitando así el uso del vehículo a cientos de personas y mejorando ostensiblemente las comunicaciones.
La construcción de una estación a tan sólo 300m puede ser considerado casi como un privilegio y un beneficio del que pocos lugares pueden disponer y eso supone, aunque a algunos os parezca rimbombante, evolución y progreso, aunque la mayoría no lo crea así, dada la nula respuesta obtenida.
La convocatoria del sábado SÓLO nos exigía un par de horas de nuestro tiempo, y evidentemente hay personas que por razones laborales o asuntos personales ineludibles no pudieron asistir, pero los que no lo hicieron por desidia o desinterés o quizás autoconvenciéndose con argumentos del tipo: “...a mi esto no me afecta...”, “...no va a servir para nada...”, “...que se espabilen los demás...”, tan sólo recordaros que vuestro derecho a la queja queda diluido por vuestra actitud pasiva e indiferente.
Triste espectáculo el del centenar de asistentes y más triste todavía el de los múltiples mirones y curiosos que observaban desde sus balcones como si de un espectáculo callejero se tratara pero que en ningún momento se les pasara por sus cabezas el unirse a la protesta. Sobre los que preferían relajarse en la piscina omitiré cualquier comentario.
Como podréis apreciar en mi opinión no hay atisbo de ironía o sarcasmo, pero si profunda decepción.
Verdaderamente triste.