¿Cuántas vidas tiene que costar la Generalitat?
Mientras varias comunidades reclaman el confinamiento, el Gobierno desoye las peticiones de auxilio y echa balones fuera
MARTA PEREZEFE
CARMEN MORODO
CREADA.17-01-2021 | 02:01 H
/
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN.17-01-2021 | 02:54 H
Si se atendiese estrictamente a las cifras de contagios y a la evolución de la saturación de los hospitales, Murcia necesita el confinamiento domiciliario. Valencia, también. Castilla y León ha adelantado el toque de queda y Andalucía lo ha solicitado, sin recibir el apoyo inicial del Gobierno central, como solución in extremis por no tener al alcance el mecanismo legal del confinamiento.
Madrid no se rectifica, pero en las comunidades limítrofes advierten de «la que se les viene encima a los de la capital» por «seguir restringiendo las medidas, en vez de los movimientos y la interacción social».
La situación de la lucha contra la pandemia es caótica y las conversaciones y movimientos de estos últimos días de presidentes autonómicos y autoridades sanitarias confirman el coste de la decisión del Gobierno central de sacudirse las competencias. De lo cual pueden estar ahora arrepentidos porque, al final, al ministro de Sanidad, Salvador Illa, no le quedó ayer más remedio que rectificar su «no» y abrir la puerta a las peticiones de ampliar el toque de queda. En Castilla y León, la delegación del Gobierno anunció el apoyó de las Fuerzas de Seguridad del Estado para velar por su cumplimiento.
«¿Cuántas vidas tiene que costar la Presidencia de la Generalitat?».Esta dura pregunta la lanza uno de los presidentes autonómicos más afectados por la tercera ola de la pandemia, y la está sintiendo estos días sobre sus espaldas el ministro de Sanidad. Ante la petición de auxilio de los presidentes autonómicos, la respuesta del ministro por vía privada ha incluido hasta la maniobra de desviar el balón con la excusa de que las mayorías parlamentarias son muy frágiles y el estado de alarma vigente no es fácil de ser modificado. También ha utilizado a segundos niveles para presionar a los «barones» que están levantando la voz con un grito de auxilio porque ven cómo se multiplican los contagios, las víctimas y el colapso de sus urgencias, mientras la política nacional sigue en una realidad paralela donde pesan más los debates jurídicos y la pelea mitinera que la eficiencia en el combate de la pandemia.