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11 de febrero: Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia

¿Cómo superar las barreras sociales, culturales e intelectuales para promover el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas?

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ANÁLISIS
 SOCIEDAD

11 de febrero: Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia
Seamos valientes: creemos otra cultura

 

PAULA RUIZ TORRES Miércoles, 10 de febrero de 2021

Parece que esta semana estamos de enhorabuena. Se ha firmado el Pacto por la Ciencia y se firma la #AlianzaSTEAM por el talento femenino Niñas en pie de ciencia, iniciativas de los Ministerios de Ciencia y del de Educación y Formación Profesional respectivamente; esta última para promocionar las disciplinas STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas en relación con las Artes y las Humanidades, en sus siglas en inglés) entre las niñas y las mujeres jóvenes.

La alianza se firma en el sexto Día internacional de la mujer y la niña en la ciencia, propuesto por la Asamblea de las Naciones Unidas para promover el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas, además de para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, ya que la ONU, preocupada por un déficit generalizado de proyectos educativos y formativos alejados de los estereotipos de género en ámbitos científicos y tecnológicos, decidió impulsar el desarrollo del talento femenino vinculado a vocaciones y profesiones al alza en un mundo laboral marcado por la cuarta revolución industrial o la industria 4.0, donde, a la luz de los cambios de los últimos años, el trabajo demandado será cualificado y, además, tecnológico.

Si bien es cierto que la tasa de escolarización femenina es mayor que nunca, no lo es menos que no cuentan con las mismas oportunidades que los varones para concluir sus estudios. En multitud de ocasiones, a las niñas se las incita y guía para que elijan disciplinas que favorecerán que trabajen en entornos laborales más tranquilos, menos demandantes por no tener que competir con hombres, pero, sobre todo, más femeninos y adecuados a su género y a lo que se espera de ellas como mujeres, como son las carreras relacionadas con los cuidados y la educación. El problema no sólo es que se les generan creencias limitantes para su vida personal y laboral, sino que los trabajos que terminan desempeñando o bien no son los que habrían deseado o bien no responden a las demandas de un mercado laboral en constante evolución y en el que los estereotipos de género, los prejuicios, convenciones sociales y expectativas familiares les repercutirán negativamente, marcando el rumbo de sus vidas y, por supuesto, el de su formación y desarrollo profesional, y abocándolas, con alta probabilidad, a un futuro desempleo.

Las niñas se creen el doble mito de que a los niños se les dan mejor las ciencias y que los trabajos científico-tecnológicos les están reservados a ellos y que ellas no tienen cabida a ese universo tradicionalmente masculino. Los estudios internacionales apuntan a que es en torno a los 7 años cuando los estereotipos aprendidos en su infancia las hace tomar consciencia de que los niños son más aptos para las matemáticas y, cuando crecen en una cultura que no favorece el acceso a determinadas disciplinas en condiciones de igualdad social, llegan a pensar que ni tendrán posibilidades de acceder a los mismos puestos de trabajo que los hombres ni, por supuesto, la misma retribución o posibilidades de promoción profesional porque, más tarde o más temprano, tendrán que hacerse cargo de las tareas de cuidados familiares.  A día de hoy, en pleno siglo XXI, esta situación describe el día a día de muchas niñas en edad escolar.

No podemos negar lo evidente: ya desde la infancia, la sociedad, los juegos infantiles, determinados modelos, paradigmas y referentes laborales y familiares a los que las niñas tienen acceso son responsables de iluminar, o no, el sendero por el que tendrán que transitar.

Como sociedad, tenemos la responsabilidad de crear una cultura científico-tecnológica femenina fuerte, donde las mujeres expertas en ámbitos punteros y con perspectivas laborales de futuro sean visibilizadas y constituyan un modelo a seguir, donde no haya lugar para más matildas, donde las mujeres no se sientan constantemente amenazadas por la necesidad de esforzarse doblemente para demostrar que son válidas, que no se les ha regalado nada, donde se les reconozca que tienen las mismas capacidades que sus homólogos masculinos y donde no se las acuse de que carecer de ciertas habilidades a las que, por el simple hecho de ser mujer, no pudieron acceder ni se les inculcaron con el mismo tesón y aplomo que a sus compañeros masculinos durante su infancia ni adolescencia ya que, a muchas, se las excluyó de determinados aprendizajes vitales por razón de género. Ya es hora de tomar cartas en el asunto. Ya es hora de decir ¡basta! Ya es hora de dejar de ignorar al 50% de la población.

Aun teniendo razones para un aparente optimismo esta semana, no hay que dejarse engañar. Queda un largo camino que recorrer porque la brecha de género en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas ha permanecido estable a nivel global durante la última década y, a menos que lleguemos más lejos y seamos capaces de superar las barreras sociales, culturales e intelectuales, las mujeres y niñas seguirán corriendo una carrera de obstáculos con tacones. Ahora, más que nunca, es vital celebrar el Día internacional de la mujer y la niña en la ciencia.

Paula Ruiz Torres
Coordinadora Confederal de la Unión de Técnicos y Cuadros de UGT

 

Fin del hilo
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