http://www.20minutos.es/data/edicionimpresa/valencia/07/06/VALE_01_06_07.pdf http://www.elinconformistadigital.com/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=96La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su definición de salud recuerda que “no se limita exclusivamente al bienestar físico de las personas, sino que también contempla el bienestar psicológico y social”.
La ubicación de este tipo de instalaciones industriales, con los riesgos que ello depara, acarrea cuando menos, inquietud en los vecinos y residentes de zonas periférica, véanse casos como
Móstoles y Majadahonda en Madrid, Patraix en Valencia, Murcia, Grado en Asturias, etc
Esta inquietud se traduce en dos vertientes, el rechazo social y la ansiedad y estrés que padecen individuos directamente afectados.
La segunda consecuencia es muy peculiar y afecta al bienestar psicológico y social del ciudadano, antes incluso de que se produzca la puesta en marcha de las instalaciones y suele venir causada por lo que el individuo entiende como una
situación de desamparo y abandono del deber de tutela de sus derechos por parte de la Administración. Es la normal reacción de las personas frente a situaciones de estrés, mejor o peor llevadas.
Respecto al rechazo social, podemos afirmar que la instalación de subestaciones y líneas de muy alta tensión en el interior de poblaciones son repudiadas por la mayor parte de los individuos. La opinión pública está en contra de la ubicación de estos equipamientos en entornos residenciales, y así lo acreditan casos como el de la Subestación eléctrica de Patraix en la Comunidad Valenciana.
Patraix es un barrio residencial de Valencia, ubicado en su zona Sur, donde una compañía suministradora está intentando ubicar una subestación eléctrica transformadora con dos trafos de 50 MVA, entrada a 220 Kv y salidas a 20 Kv, todo ello con tecnología de corte SF6, alojado en un edificio de hormigón armado de aspecto fabril ; datos todos ellos muy similares a los previstos en Huesca.
En el caso de Patraix, hay una población afectada que alcanza las 18.000 personas, contando todas las viviendas ubicadas a menos de 200 metros de la subestación y las líneas subterráneas que la alimentan.
“El
principio de precaución se aplica cuando una evaluación científica indica que hay motivos razonables de preocupación por los potenciales efectos peligrosos sobre la salud o el medio ambiente, a pesar de los niveles de protección adoptados. Su aplicación es muy apropiada desde el punto de vista de la salud pública, ya que entra en el ámbito de actuación de la prevención primaria. La verdad que este principio podría denominarse como principio de previsión, ya que tiene una connotación innovadora y anticipatoria” Y entre sus conclusiones señala: “Con la información disponible podemos concluir que la recomendación más adecuada es la evitación prudente de exposiciones innecesarias.