Y otro artículo más que puede ser más cercano....
«Yo sí necesito el soterramiento» Con los coches en el salón
Ruido y vibraciones son los efectos del paso del tren junto a muchas viviendas de la comarca, una situación que comparten las ubicadas al lado de las principales carreteras
Christian Bartsch C. B.
LAS CLAVES
Alegaciones: IU opina que las relacionadas con las zonas rurales deben resolverse positivamente.
Convenios: El Ayuntamiento debe continuar su tramitación, tal y como se acuerda ya en ellos.
La ría: Izquierda Unida entiende que los terrenos de la margen derecha no deben ser residenciales.
La una menos diez de la tarde. Una familia residente en el barrio de la Rocica conversa animadamente en la cocina de su vivienda acerca de la actualidad del barrio. En el puchero se ultima la preparación de las viandas que compondrán la inminente comida, aunque aún es pronto para poner la mesa. En un momento dado, padres e hijos comienzan a elevar el tono de voz de forma gradual hasta que, por último, optan por cortar totalmente la conversación. A unos metros de su ventana pasa el tren de cercanías procedente de Oviedo con destino a Avilés. Los vagones van pasando hasta que comienzan a perderse tras los bloques de edificios colindantes. La familia retoma la conversación justo en el punto en el que la habían dejado. Ni un comentario acerca de la interrupción, tan sólo una mirada resignada.
Es ésta una escena que se repite varias veces al día durante todo el año en las viviendas que, a lo largo de toda la comarca, se encuentran ubicadas junto a las vías del tren. El ruido y las vibraciones son las principales quejas que exponen los vecinos que, de cualquier forma, aseguran que acaban por acostumbrarse. Juan Alberto Dacal es vecino del barrio de La Rocica. Según explica, el paso regular de los trenes de cercanías no es lo peor que tienen que soportar. Una situación más desagradable se produce debido a los trenes de mercancías que pasan junto a su casa fuera de todo horario. Contenedores, bobinas o grandes cisternas de productos químicos son algunos de los elementos que transportan estas máquinas, cuyo peso y potencia hace retumbar las paredes. No es pues de extrañar que la aparición de grietas sea moneda común en estas viviendas, unos desperfectos de los que los seguros no se quieren hacer responsables y que han sido motivo de más de una queja por parte de los vecinos.
La solución
La Rocica es sólo uno de los barrios que tienen que soportar el ruido y las vibraciones que produce el paso del ferrocarril, pero la misma situación se produce en viviendas de Llaranes, Villalegre o Los Campos, por poner varios ejemplos. Para ellos la única defensa posible es la colocación de unas ventanas con doble acristalamiento que evitan en gran medida el ruido excesivo, aunque se ven incapacitadas para evitar las vibraciones.
Sin embargo, a la hora de adoptar una solución definitiva todos apuntan hacia el soterramiento de las vías del tren, uno de los temas que centran la actualidad política de la comarca. Los vecinos se quejan de que los responsables municipales centren en el entorno de la ría de Avilés la discusión sobre el soterramiento, cuando, según denuncian, son ellos quienes más padecen los inconvenientes de tener que vivir junto a la vías.
Y si complicado es tener que soportar a ciertas horas el paso junto a la puerta de casa de los pesados ferrocarriles, no lo es menos el aguantar continuamente el tránsito de vehículos al lado de la ventana. Es el caso de la familia de Isabel Rubio, en Trasona, una localidad especialmente castigada por la ubicación de infraestructuras que han acabado por dividirla. Según apunta, entre el tráfico que generan de por sí las instalaciones de Aceralia y el elevado número de vehículos que soporta la autopista, el ruido que soportan diariamente es muy elevado. De nuevo las ventanas con doble acristalamiento se tornan en imprescindibles para acceder a una calidad de vida aceptable. En el caso de la autopista, a diferencia de otros puntos de la comarca, en Trasona no se han colocado paneles para evitar la contaminación acústica.
Son ya 29 los años que Isabel lleva viviendo en la misma vivienda, a apenas unos metros de la carretera vieja a Gijón frente a la iglesia de la localidad. La ´Y´ pasa frente a sus ventanas y la parte trasera de la vivienda se encuentra cercana a las vías de FEVE actualmente en reparación, un nuevo motivo de ruidos que proceden de las máquinas que trabajan en ello, sobre todo por las noches.
Suciedad
Por otra parte, el paso continuo de vehículos frente a su casa es una fuente inagotable de polución y suciedad. Según explica su hija, Ana Isabel Fernández, ellas son las que han de llevar a cabo la limpieza de la acera que pasa en torno a su casa, ya que los servicios de limpieza municipales apenas se hacen cargo. Como ellas, son numerosas las familias de la comarca avilesina que han de soportar el vivir a apenas unos metros de la carretera, una situación que soportan con resignación. Distancias de menos de un metro respecto a la carretera son las que tienen que soportar en muchos casos algunos vecinos de la comarca. Es el caso de Trasona. Además del contínuo paso de coches y camiones, la alta velocidad de los vehículos es otro de los peligros que han de afrontar los vecinos. El límite es de 50 kilómetros por hora, pero raro es el conductor que lo respeta. Despertarse un día con un coche empotrado en la salita de su casa es la pesadilla de muchos de estos vecinos. No sería la primera vez que un hecho de este tipo se produce en la comarca.
Buenos ejemplos de la ubicación de viviendas a lo largo de las principales carreteras comarcales son los tramos de las carreteras viejas hacia Oviedo y Gijón, en Corvera, o la que une Piedras Blancas con Santa María del Mar, en Castrillón. De cualquier forma, se trata de una situación que se repite a lo largo de toda la red de carreteras del Principado, y cuya solución sólo pasa por el cambio de vivienda.