Querida Carolina
¿Cómo afecta Carolina a nuestra familia?
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Querida Carolina,
Qué largos son los días en verano y como ya, en otoño, empiezan a acortarse, me recuerdan a nosotros, a nuestra relación. Quisimos tenerte unos meses y si, ya lo se, tu compañía permanece por años. Es cierto, como pasa el tiempo, parece que fue ayer cuando supe de ti y hoy, gracias a ti, eres parte de nuestra familia. Puedes preguntarle a Ramón o a Luís, incluso a mi primo Fernando, por no hablarte de Pili, mi cuñada, y de su vecina Gloria. Todos te conocen, de oídas, pero en más de una ocasión me han dicho que les gustaría conocerte. Si quieres, cuando esto acabe y tengas un rato te los presento.
¡Ah!, se me olvidaba, también está Carlitos, aún no puede hablar, pero sus ojos, a veces vidriosos, parecen querer decir: "Papá, ¿por qué no viene Carolina?". Si, Carlitos es mi hijo, debería tener una habitación confortable, de hecho casi podría elegir una, pero no, tiene que estar compartiéndola con Nano, si, el hijo de Pili, mi cuñada. Como ves Carolina, gracias a ti, somos una gran familia.
¡Qué ilusión tener un hijo y verle crecer!, ¡ qué ilusión tener una casa y verla construir!, ¡qué ilusión, …, qué espejismo!. Qué ilusión me haría tener mi casa, poder ver como mis sueños, mis expectativas y mis esperanzas se materializan en realidad, qué ilusión … (¡Ah!, perdona, que me dice Carlitos que a él también le hace ilusión. ¿cómo es?). Acuérdate de tu casa Carolina, ¿te acuerdas?, con que ganas recorrías las tiendas de muebles, con que ilusión comentabas a tus amigas cómo pensabas decorarla, con que ansia buscabas la revista donde alumbrara la solución a tus dilemas. Si, Carolina, ¿te acuerdas?
¡Ay!, esto me hace ponerme nostálgico, ¿sabes de qué me acuerdo yo?, no te lo vas a creer, de Cristina. Si mujer, Cristina era compañera mía del colegio. La verdad es que no se que habrá sido de ella, pero vaya, en el colegio era buena pieza. Siempre nos engañaba con todo. Me acuerdo como nos pedía prestado dinero para el bollo y luego no nos lo devolvía. Me acuerdo cómo nos hacía creer que había otras reglas ocultas, que siempre la beneficiaban, cuando jugábamos al rescate. Me acuerdo de las famosas fiestas con gente exótica que siempre iba a hacer y luego nunca hacia. Me acuerdo de su padre, frío, duro, estricto, autoritario, parecía que Cristina siempre lo hacia todo por él, por demostrarle algo, por demostrarse a si misma que podría ser como su padre, que no quería defraudarle.
Cristina, ¡menudo elemento!, seguro que al final termino trabajando en la empresa del padre para, hasta el final, poder demostrarle que estaba a su altura.
Adiós, Carolina.