En estos pisos (públicos) no se admiten perros
Ana, maestra interina, tiene suerte. O, al menos, la tuvo en diciembre del año pasado. Tres días antes de Navidad, recibió una llamada y una de esas noticias que uno no termina de creerse: le había tocado una vivienda social, un piso protegido en régimen de alquiler y con una renta de menos de 200 euros al mes. Recién estrenada la treintena y con trabajo inestable -pendiente siempre de que la llamen para cubrir alguna vacante-, aquello era como si le hubiese tocado la lotería.
Publicada
20/9/2016
Leer noticia completa en
El Mundo