Como en el siglo XIX, la locura de precios de los áticos traslada el apetito a las plantas bajas
Durante finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX eran las viviendas más codiciadas por la burguesía. En muchas ocasiones, la primera planta de los grandes edificios residenciales del centro de la capital albergaba la residencia principal del propietario del inmueble, por lo que vivir en una de ellas equivalía a un elevado estatus social. El resto de viviendas, generalmente, se destinaba al alquiler y se iban ocupando por estratos sociales cada vez más bajos a medida que se ascendía —o descendía, en el caso de los sótanos— en altura.