El furor por mudarse a la España vaciada se esfuma
Hubo un momento muy concreto de la pandemia, el del confinamiento, en el que a todo el que vivía en un piso sin balcón o terraza en una gran ciudad a buen seguro que se le empezó a caer la casa metafóricamente encima. Sobre todo, si era pequeña y había niños pequeños alborotando alrededor de la improvisada oficina instalada en el salón o en una habitación. En ese momento, muchos empezaron a anhelar la vida en el campo que otros tienen, con grandes espacios al aire libre y amplias casas para su disfrute. Y allá que, espoleados por el crecimiento del teletrabajo, no pocos se lanzaron en busca de una vivienda unifamiliar en alguna pequeña localidad más o menos cercana a la gran ciudad en la que vivían para refundar su proyecto de vida. Tantos que, por momentos, parecía que el problema de la España vaciada pudiera solucionarse casi por ensalmo. Pero nada más lejos de la realidad.
Publicada
20/2/2022
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La Razón