Tener una segunda residencia y no usarla al menos 45 días al año es tirar el dinero
Subir las persianas, conectar los suministros, barrer, quitar el polvo y acomodar ropa y comida. Este es el ritual que siguen miles de familias cuando llegan a su segunda residencia para pasar las vacaciones de verano, Navidad o Semana Santa. Estas viviendas suelen permanecer meses cerradas y durante el año no se usan más de 45 días, lo que para Borja Badiola, CEO de Suomma, plataforma PropTech de gestión de segundas residencias en propiedad fraccionada, es “tirar el dinero, sobre una inversión realizada que suele rondar entre los 120.000 y los 150.000 euros, que en muchos casos se sigue pagando”.
Publicada
21/7/2022
Leer noticia completa en
La Razón