Creo, que a veces le presuponemos a la administración más mérito del que tienen.
Tendemos a pensar que son un elemento único y coordinado que decide recaudar y recauda. Pero la cadena de acontecimientos es cuando menos improbable...en plan el concejal de hacienda mira el balance y piensa "no hay pasta" y llama al concejal de Transportes y seguridad vial (o cualquiera que sea el termino que reciba en el municipio de Madrid...) y le dice "a recaudar.." y este avisa a los centros policiales y les consigna"..a poner multas a troche y moche que hace falta pasta..." y en cada centro hacen un estudio de puntos factibles para inflarse a poner multas y mandar ubicarse a los controles allí.
Pienso que la realidad administrativa es casi más triste que ese órgano malvado, que al fin y al cabo tendría su inteligencia, malvada eso si, pero inteligencia. Es más un cúmulo de motivaciones y azares, que en unas ocasiones empujan unos contra otros y en otra empujan todos en la misma dirección sin tan siquiera ser conscientes de ello.
Una historia típica puede ser un alto cargo anónimo en un también alto puesto anónimo, carente el tanto de conciencia administrativa como de conciencia social, y pensando únicamente en que no le levanten la silla en la que acomoda sus posaderas se le enciende la bombilla y piensa, me van a pedir estadísticas anuales y no he mejorado las del año pasado, e igual me reducen el presupuesto del año que viene o me dan un toque. Y por ello ordena y firma una "Campaña de control vial", esta orden llega a los centros policiales, con unas consignas muy claras, que para nuestra desgracia no son refuerzo de la presencia en los puntos negros conocidos para concienciar y educar a base de multa a los conductores del debido respeto de las normas, sino más bien "Estadísticas" esto es el alto cargo quiere un buen "número de actuaciones policiales este trimestre" para poder justificar su trabajo realizado en el cargo.
En esta tesitura, y con las patrullas mermadas e insuficientes que cada comisaria dispone se opta por la eficiencia y esto es, con los mínimos recursos y en el menor tiempo posible obtener el mayor número de "actuaciones policiales posibles", en lenguaje coloquial, quitarnos el marrón y llegar al cupo que nos han pedido con un par de patrullas en un par de tardes en las vías más frecuentadas, para poder olvidarnos de esta mierda que nos ha caído desde arriba y poder seguir realizando las funciones diarias, reales y necesarias.
Triste, pero real, y como este en la mayoría de los ámbitos de la administración.