Sobre la discusión de las circunscripciones:
En España hay casi 3428 partidos políticos pero el parlamento sólo tiene 351 escaños. El 92% de estos escaños –unos 323 escaños– son para PSOE y PP. El 8% de escaños restantes –unos 28 escaños– son a repartir entre las otras 3428 fuerzas políticas del país.
¿Sería bonito, verdad, si el parlamento tuviera equis número escaños y a su vez un escaño equivaliese a equis número de votos? Bonito, sencillo y democrático. Pero no. El sistema electoral español se diseñó deliberadamente para favorecer la creación de mayorías parlamentarias que confiriesen estabilidad al sistema. Para ello pervierte –no se me ocurre un verbo mejor– esta proporcionalidad ideal entre voto y escaño estableciendo no una circunscripción nacional –que sería lo suyo–, sino circunscripciones provinciales y, a su vez, un enrevesado sistema en el que los representantes parlamentarios lo son por mayoría en sus provincias respectivas. Este sistema fue posteriormente completado mediante la Ley 5/1985 del Régimen Electoral General, que aplica el llamado sistema D’Hondt y además elimina toda candidatura con menos del 3% de los votos en su circunscripción. El resultado es que en las Cortes españolas los grandes partidos están sobrerrepresentados –tienen más diputados de los que les corresponden– a costa de los partidos minoritarios –que les ceden a los mayoritarios varios escaños de los que les corresponderían legítimamente–. Los partidos con menos del 3% de los votos sencillamente no están.
¿A quién beneficia esto?
A PSOE, PP y los grandes partidos nacionalistas, principalmente CiU y PNV. Actualmente estas cinco fuerzas políticas acumulan el 96% de escaños de las Cortes. Pierden los partidos minoritarios, como IU o UPyD. Tanto así que se llega a extremos como el de las elecciones generales de 2004, en las que la tercera fuerza más votada del país –Izquierda Unida, con 1280000 votos– resultó la sexta en número de diputados –con 5–. En esas mismas elecciones CiU obtuvo 830000 votos –un 36% menos que IU– pero acumularía el doble de diputados –10 en total–.
¿Esto es así en todas partes?
No. En Dinamarca, por ejemplo, se contrarrestan los efectos de D’Hondt con un modelo de la llamada –y no por nada– elección proporcional. Lo tienen muy bien explicado aquí: http://compolitic.wordpress.com/2010/05/15/el-sistema-electoral-danes-%E2%80%93-un-sistema-justo-democratico-y-lento/
De eso resulta un Parlamento mucho más fragmentado –como lo es la voluntad popular– pero lógicamente mucho más fidedigno respecto a la realidad. La mayoría de los gobiernos daneses, de hecho, lo son en minoría, sin que en principio nadie se escandalice. No quiero perder la ocasión de animarles a que lean lo que dice en Wikipedia sobre la política, la democracia y el estado de bienestar danés.
http://es.wikipedia.org/wiki/Dinamarca#Democracia.2C_Igualdad_y_Libertad_de_expresi.C3.B3n