Hoy, mi familia y yo hemos tenido la inmensa suerte de conocer a Alfonso y a María, su madre, la madre coraje.
Es indescriptible lo que se vive en esa humilde casa. Es conmovedor ver a un chaval de 23 años con apariencia de jovencito de 12 y con sabiduría de hombre de 70, y es muy duro ver a una madre desecha tanto físicamente (no debe pesar más de 40 kgs.) como moralmente. Pero ahí está, como no puede ser de otra forma, dándolo todo (literalmente) por sus hijos.
Ahora se ha tenido que "desprender" de su hija dejándola al cuidado de sus ancianos padres, ya octogenarios, para poner todos sus esfuerzos en Alfonso, porque en cualquier momento se le puede ir.
Este "niño" se muere si no hacemos algo. No ve prácticamente nada. Necesita continuamente de oxígeno, apenas puede caminar y aún así, hoy, cuando le pregunté qué tal se encontraba me respondió con una sonrisa que estaba mucho mejor y que se había levantado con muchos ánimos.
Esta es su última oportunidad (está desahuciado por los médicos en España) y la única esperanza que tiene es conseguir el dinero suficiente para hacerse, de momento, una única prueba en EE.UU.
Sé que con Cristian la gente nos volcamos con él, y cuando ayer vi la noticia en el periódico sobre Alfonso, no pude evitar pensar en él.
Sólo deseo que la vida de una oportunidad a esta familia de ser feliz. Sinceramente, y a pesar de ser unos desconocidos, el ratito que he podido estar con ellos me ha hecho creer que se merecen todo. Son admirables.