Hola, generalmente no suelo escribir en este foro, y de hecho llevo varios días pensando si poner este post o no, pero al final me he decidido a publicarlo, porque la verdad es que es indignante lo que me ha ocurrido y quería compartirlo.
Paso a relatar los hechos:
Con el mejor de los espíritus navideños, me acerqué a la carnicería que hay en el Centro Comercial, en la planta del Mercadona, al lado de la perfumería, en una especie de mini-galería de alimentación justo antes del chino (no recuerdo el nombre), a encargar un rabillo de ternera para el día de año nuevo. Tras pagar más de 20€ por una pieza de 1800 gramos, recogí el rabillo el día de Nochevieja, perfectamente envuelto en su redecilla y en una bandejita. La verdad, la pinta era estupenda. Así que el día de año nuevo, procedimos a cocinarlo y la sorpresa comenzó cuando empezamos a preparar el rabillo para sacarlo a la mesa. Al quitar la redecilla, observé que el rabillo estaba como “envuelto hacia dentro” y vi que en la parte interior había numerosos tendones, venas y cartílagos. Al empezar a partir la pieza, las sospechas se hicieron realidad. La pieza era penosa, la carne no valía ni para dar de comer a los perros, y evidentemente, como no iba a dejar a mis invitados sin comer, no me quedó más remedio que sacarla a la mesa, avisando del desaguisado y pidiendo mil disculpas.
Os adjunto unas fotos para que veáis a lo que me refiero:
Después tuve que pasar un bastante mal rato viendo como todos y cada uno de mis invitados luchaban usando el cuchillo contra semejante carne tratando de encontrar trozos comestibles entre las durezas y tendones, y como al final muchos terminaban sacándose trozos de la boca por no poder ni masticarlos.
Por supuesto, cuando fui a reclamar al carnicero, poco menos que se enfadó y me dijo que él no tenía la culpa si la carne venía encallada. Pero yo creo que un carnicero que ve una pieza como la de la foto y la mete en una red envolviéndola para que lo malo quede oculto y la pieza final tenga buen aspecto exterior, tiene algo de culpa.
He de decir (por no decir sólo lo malo) que también me ofreció llevarme otro rabillo para comparar (supongo que me lo ofrecía gratis, aunque no se lo pregunté), pero con el cabreo que yo tenía por haber tenido que sacar semejante “bodrio” de comida un día tan especial como el de Año Nuevo, no quise coger la pieza que me daba, más que nada porque a esas alturas ya no me solucionaba nada.
Espero que mi experiencia sirva para que cada uno tome sus propias conclusiones. Yo por mi parte he prometido no volver a pisar esa carnicería en lo que me queda de vida.
Feliz Año a todos.