Uno de los más evidentes signos de abandono del barrio de Parla-Este era, hasta la infamia medioambiental perpetrada ahora, la ausencia de vegetación en gran parte de las zonas verdes destinadas a ajardinamientos. Un hecho de por sí remarcable porque en cualquier desarrollo urbanístico, la vegetación de las zonas comunes se va plantando paulatinamente según se van encontrando disponibles los márgenes de las vías de comunicación y los espacios comunes, o al concluir la construcción de cada edificio o grupo de ellos, sector, manzana, etc. con lo cual a los pocos años ya existe una cobertura vegetal consistente y enraizada.
Nada de eso sucedió en Parla-Este. Tan sólo hace casi dos años, se habían plantado los primeros árboles de porte notable en algunos alcorques de ciertas zonas del barrio y, a fecha de hoy, aproximadamente la mitad de esos árboles ya han muerto. El resto de las futuras zonas verdes permanecía como un erial donde los perros abonaban el terreno a sus anchas.
Pero es que en consonancia con esta desidia y abandono de las zonas verdes, en el resto de las calles, parques y plazas de Parla la situación es incluso mucho peor y pruebas no faltan en casi cualquier rincón del municipio: desde centenares de olivos muertos por abandono, alcorques vacíos desde hace décadas, árboles secos que permanecen en el mismo sitio sin reponer desde hace muchos años, adoquines verdes tapando parterres, adoquinado de alcorques, árboles que jamás se podan, inmensas praderas de césped, gigantesco gasto humano y económico en florecillas que apenas duran una semana, etc.
Desde hace ya muchos años ha evolucionado el concepto de zonas verdes en ámbitos urbanos hacia diseños de parques y jardines con especies xerófilas, autóctonas y arbustivas que aportan frondosidad, consistencia y diversidad botánica en vez de las pobres, delicadas y carísimas praderas de césped y árboles exóticos. Así que lo más previsible, fácil y barato era que en esas presuntas y futuras zonas verdes de Parla-Este fueran plantados árboles y vegetación arbustiva adaptada a las características geográficas del entorno, con un reducido mantenimiento tanto en el consumo de agua como en mano de obra y resistentes al incivismo ciudadano.
Cuando se colocaron los carteles de la empresa constructora alusivos al comienzo de la primera fase de las obras de ajardinamiento de Parla-Este, con un astronómico presupuesto de 2.621.379 euros sólo para esa primera fase, la primera impresión fue de satisfacción generalizada tras todos estos años de desolación medioambiental en el barrio.
Craso error tratándose del Ayuntamiento de Parla, un verdadero Atila medioambiental, con unos antecedentes para echarse a temblar y salir corriendo a tenor de la aberrante política medioambiental municipal y el calamitoso y degradado estado de prácticamente todas las zonas verdes del municipio.
Cuando al comienzo de estas obras empezaron a surgir las primeras voces de alarma y sorpresa era difícil creer en semejante barbaridad. Todos los grandes parterres de las avenidas estaban siendo enterrados en toneladas de cemento, que posteriormente sería forrado de césped artificial, dejando dos ridículos agujeros en cada parterre para plantar costosísimas y frágiles palmeras. El Ayuntamiento de Parla entiende que ajardinar significa sepultar bajo toneladas de cemento todo vestigio de naturaleza.
Y así poco a poco se fueron cementando la totalidad de las posibles zonas verdes de las calles de Parla-Este. Tras este colosal despilfarro económico y aberrante atentado medioambiental, el escenario resultante es apocalíptico, las calles transmiten una desazón y penuria extremas, efecto que se potenciará cuando la ridiculez del césped artifical y las palmeras conformen el paisaje vegetal de Parla-Este.
Consultado al Colegio de Arquitectos de Madrid, no existe constancia anterior de ninguna barbarie similar. Al igual que buscando referencias y documentación en otros anuarios de arquitectura y urbanismo, tampoco se había ejecutado hasta la fecha en ninguna parte semejante aberración paisajística y medioambiental.
Esta vez el Ayuntamiento de Parla se ha superado a sí mismo. A nadie en el planeta se le había ocurrido semejante esperpento y bochornoso concepto de lo que se entiende por una zona verde. Décadas de desastres urbanísticos en Parla quedan empequeñecidos ante este nuevo hito del horror urbanístico.
Y pensar que en el siglo VI antes de Cristo se construyeron los jardines colgantes de Babilonia, que hace seiscientos años los árabes realizaron los magníficos jardines de la Alhambra y el Generalife, y que los grandiosos jardines de Versalles datan de 1670.
A prehistóricos niveles ha retrocedido la humanidad con esos primates obtusos que tenemos por dirigentes municipales y que llevan décadas entre todos llevando al abismo a Parla y creando problemas nuevos donde no los había antes.
Fotografías y Textos en el Blog de Parla:
madridparla.blogspot.com