El aparcamiento del hospital de Parla es un caso claro de desprecio al ciudadano. No hay más que pasear por el exterior o ver una foto aérea para darse cuenta de cómo se puede llegar a dificultar algo tan básico como el estacionamiento con el malsano objetivo de sacar el dinero al contribuyente cuando no hay ninguna necesidad de ello.
Los coches que llenan la Avenida 9 de junio lo hacen para evitar pagar el estacionamiento subterráneo, única manera posible en la práctica si se quiere aparcar junto al hospital. La contrapartida es tener que darse un paseito. Con buen tiempo no es problema si se está en condiciones de andar pero con mucho frío o Sol abrasador muchos prefieren usar el aparcamiento de pago.
La calle de la fachada principal del hospital tiene generosas aceras de más de dos metros de ancho e incluso mediana, también de pavimento de acera, en el centro. Por el mismo coste de construcción podría haberse sustituido la acera exterior de la calle (la acera que no da a la fachada y que nadie utiliza) por algo más asfalto y pintura que habría permitido el aparcamiento en batería a lo largo de 350 m. Eso supone la posibilidad de estacionar más de 150 coches pegaditos al hospital.
Pero, ¿cuál era el objetivo de quienes decidieron hacer la urbanización exterior del hospital como está?
Pues, claramente, lo que se deseó no fue otra cosa que imposibilitar el aparcamiento exterior en superficie a los usuarios y así recaudar en el subterráneo. Para ello no dudaron incluso en “invertir” algo más de dinero público en hacer un buen vallado exterior continuo a lo largo de los citados 350 m de fachada, que aisla el hospital del camino de tierra que hay a 30 metros del la fachada y que a buen seguro estaría lleno de coches aparcados simplemente si hubieran dejado huecos peatonales. En la foto aérea de Google Maps se aprecia muy bien todo esto que expongo.
También podríamos abundar en otros problemas de acceso del hospital como la situación bastante retirada de las paradas de autobús en lugar de hacerlo junto a la entrada; la polémica de por qué el tranvía no se diseñó para acceder al hospital, etc.
Pero todo sería igual de estéril por mucho que se denuncie y por mucho que se pongan de manifiesto las miserias de nuestros dirigentes, en este caso los autonómicos. Pero otras veces son los mandatarios locales yotras los del Estado los que nos fastidian a la mayoría en provecho de oscuros objetivos que no son precisamente el interés general.
Esto es lo que ocurre cuando los que mandan no solo no sienten afecto por los ciudadanos sino que a la par están sometidos a las redes clientelares y a las estructuras mafiosas de las organizaciones a través de las cuales han llegado a los cargos públicos.