Vidas hipotecadas
En varios textos y comentarios de este blog he defendido la necesidad de romper la burbuja que nos separa de nosotros mismos y de los demás, y abrirnos a una auténtica conciencia de nuestro ser y del mundo que nos rodea. Hoy toca hablar de otro tipo de burbuja. Y es que en España vivimos una burbuja inmobiliaria de proporciones astronómicas. Mis queridos lectores y lectoras del continente americano seguramente la vean si se asoman por la ventana y miran hacia el Atlántico. Si no la ven, no se preocupen. Cuando estalle podrá verse desde el espacio, y todas las televisiones mundiales inmortalizarán el momento y se lo servirán en sus casas. Dios mío, ¿quién estalló una bomba atómica en plena Madre Patria? Que no, que no... que "sólo" es la burbuja de la avaricia. Y se veía venir. Pueden quedarse un ladrillo de recuerdo y así quizá evitar que ocurra lo mismo en sus países en tiempos futuros.
La vivienda es una necesidad básica del ser humano desde tiempos inmemoriales, desde que abandonó la vida nómada, propia del ser cazador-recolector que al principio fue. Con el neolítico llegaron el dominio de la agricultura y la ganadería, lo que posibilitó la creación de los primeros asentamientos humanos estables, más tarde villas y ciudades. Eran tiempos duros, y aquellos primeros ciudadanos tenían muchos problemas que seguramente nos parecerían terribles a los españoles del 2006 (ni alumbrado, ni alcantarillado, etc.). Pero nosotros tenemos uno que a ellos les parecería a la vez absurdo e inhumano. Señores del neolítico, vivimos literalmente asfixiados por culpa de lo que ustedes inventaron: la vivienda. No se rían, que esto es un problema serio. Estamos hipotecados hasta las cejas. ¿Que no sabe lo que es una hipoteca? Espere, espere, que se lo explico...
A ver, el concepto de hipoteca no es malo de por sí. Una casa es una cosa grande, una compra importante, y es normal que cueste un dinero que no tenemos, y que debemos pedir prestado a un banco. Pero cuando las casas adquieren unos precios poco razonables, se obtienen unas hipotecas de locura. Dedicar un 30% del sueldo durante 15 años para pagar una casa es razonable. Es lo que hicieron mis padres y las personas de su generación. Destinar el 60% del sueldo durante 40 años no es razonable. Es lo que hacen ahora los jóvenes de mi generación. Quiero decir, los jóvenes afortunados que tienen un buen sueldo. A otros muchos ni siquiera les llega el sueldo para hipotecarse... Buenos días, señor banquero, vengo a venderle mi alma. Lo siento, su alma de pobre no nos sirve para nada. Aunque está usted de suerte, en esta ciudad hay muchos puentes y raramente hace frío.
Hay ciudades en las que es imposible comprar un piso sin hipotecarse de por vida. No hace falta nombrarlas, todos sabemos si nuestra ciudad es de esas o no. Igual que sabemos que en esas mismas ciudades el alquiler también está por las nubes (maldita casualidad, ¿verdad?). Las mensualidades son horribles, y encima al llegar a los 80 no tenemos una casa propia donde vegetar en el sofá y quejarnos de la artrosis, algo que sí es posible hipoteca mediante. La única ventaja del alquiler es que si la desesperación nos puede y nos tiramos por uno de esos puentes, dejaremos menos deudas a nuestra familia. Comprar o alquilar... hay que valorar bien los pros y contras de las opciones que la vida nos pone delante.
Lo grave de todo esto no es que tengamos hipotecada la casa: es que tenemos hipotecada la vida. Y por tanto muy poca libertad personal. Y por tanto casi nulas posibilidades de alcanzar la felicidad. La hipoteca es la gran cadena moderna que nos ata a una pared y no nos deja movernos libremente. La vida hipotecada es la forma que toma la esclavitud en ese trozo de sociedad moderna occidental que se llama España. Mientras lees esto, miles de jóvenes y no tan jóvenes están firmando su contrato de esclavitud en alguna sucursal bancaria. Los que viven de alquiler, que no se rían, que su vida está igualmente hipotecada y esclavizada. A no ser que tengan un casero comprensivo que les perdone de vez en cuando una mensualidad.
La vida hipotecada hace que nos traguemos sin rechistar todos los atropellos que el mercado laboral comete por encima de nosotros, las personas de carne y hueso. Para empezar, nos tragamos nuestra vocación, esa profesión o trabajo que nos gustaría desempeñar en la vida. Como hay que pagar la hipoteca o el alquiler, dicha vocación queda relegada al tiempo de ocio, si es que nos queda de eso. Vocaciones aparte, nos convertimos en trabajadores sumisos que se quejan mucho (cuando no está el jefe) pero que tragan con todo. Horas extra, trato degradante, atascos de ida y vuelta, estrés, etc. Hay que tragar con todo porque si nos echan nuestra dignidad no pagará la hipoteca, y la prestación o el subsidio por desempleo tampoco.
A veces incluso hay una familia que mantener. Si vivir con la hipoteca a cuestas ya es complicado, si encima de la hipoteca ponemos los hijos, no hay espalda humana que aguante con eso. Por eso supongo que en nuestro país hay una tasa de natalidad tan baja. Aunque si las hipotecas suben por encima de los 50 años (50 no es por decir, ya hay de éstas), es probable que la natalidad suba otra vez... ¡María, ven a la alcoba y quítate la ropa! Que se me acaba de ocurrir quién nos va a pagar la hipoteca a 120 años...
Bromas aparte, la vida hipotecada produce la sensación de ser arrastrados por una corriente que mata nuestra independencia, nuestra libertad de elegir. A veces puedes sentir que esa vía de sentido único no es agradable, pero entonces miras a tu alrededor y ves que todo el mundo está en esa misma corriente. Y no parecen llevarlo tan mal. Pero sobre todo, no parece haber ninguna alternativa. Es lo que hay. Así que sigues la corriente, con resignación, con sufrimiento, con la esperanza de que algún día cambie tu suerte y llegue una salvación por medio de alguna lotería que te libere de la cadena y te devuelva el control de tu vida. La primitiva, los ciegos, una VPO, una herencia, un pelotazo... lo que sea. Lo importante es salvarse, y por supuesto sin mirar atrás. ¡Sálvese quien pueda!
¿Y qué se puede hacer aparte de quejarse, discutir a vena hinchada sobre quiénes son los culpables, y comprar lotería de la Salvación Individual? ¿Moverse? Pero... ¿estás de broma? ¿En serio hablas de moverse, de proponer algo, de juntarnos y hacer algo? Deja, deja, que se mueva otro, con lo grande que es el rebaño no tengo por qué ser yo el aventurero. Al fin y al cabo mi trabajo estresante y mi hipoteca asfixiante no están tan mal. Conozco gente que está peor. Y estén bien o estén mal, da igual, es lo que hay.
Ironías aparte, nadie va a solucionarnos este problema si no lo solucionamos nosotros: los ciudadanos cuyo único interés es vivir bajo techo sin hipotecar nuestra vida. Reclamemos nosotros el derecho que la constitución de nuestro país nos reconoce, porque el poder no ve más allá de su propio "derecho" a enriquecerse a costa de nuestra vida. Banqueros, constructores, políticos de todo signo, medios de comunicación, especuladores grandes y pequeños... todos están en el ajo. A todos les va bien así. Están haciendo el negocio del siglo, porque es difícil que en los 94 años que quedan de siglo se vuelva a ver un negocio tan lucrativo. Es inmensamente rentable mercadear con un bien tan básico como la vivienda, ya que el 100% de la población es potencial consumidora de este producto llamado hogar.
¿Qué hacer? Activarnos, informarnos, juntarnos, comunicarnos, organizarnos, movernos. Pero por favor, no nos resignemos a vivir pegados a una hipoteca la única vida que nos ha sido dada para disfrutar la belleza del Universo. No tengo ni idea quién creó o cómo se creó la vida humana. Eso da tema de sobra para otro día. Pero sí tengo claro que no estamos en este mundo para autoinmolarnos de esta forma tan absurda, tan prosaica, tan inhumana.
PD: Si quieres informarte y conocer posibles soluciones al problema de la vivienda, no dejes de visitar la página de organización de las manifestaciones por la vivienda ni Plataforma Por Una Vivienda Digna. Si conoces otras direcciones interesantes te agradezco que las compartas. Gracias.
Vidas hipotecadas
En varios textos y comentarios de este blog he defendido la necesidad de romper la burbuja que nos separa de nosotros mismos y de los demás, y abrirnos a una auténtica conciencia de nuestro ser y del mundo que nos rodea. Hoy toca hablar de otro tipo de burbuja. Y es que en España vivimos una burbuja inmobiliaria de proporciones astronómicas. Mis queridos lectores y lectoras del continente americano seguramente la vean si se asoman por la ventana y miran hacia el Atlántico. Si no la ven, no se preocupen. Cuando estalle podrá verse desde el espacio, y todas las televisiones mundiales inmortalizarán el momento y se lo servirán en sus casas. Dios mío, ¿quién estalló una bomba atómica en plena Madre Patria? Que no, que no... que "sólo" es la burbuja de la avaricia. Y se veía venir. Pueden quedarse un ladrillo de recuerdo y así quizá evitar que ocurra lo mismo en sus países en tiempos futuros.
La vivienda es una necesidad básica del ser humano desde tiempos inmemoriales, desde que abandonó la vida nómada, propia del ser cazador-recolector que al principio fue. Con el neolítico llegaron el dominio de la agricultura y la ganadería, lo que posibilitó la creación de los primeros asentamientos humanos estables, más tarde villas y ciudades. Eran tiempos duros, y aquellos primeros ciudadanos tenían muchos problemas que seguramente nos parecerían terribles a los españoles del 2006 (ni alumbrado, ni alcantarillado, etc.). Pero nosotros tenemos uno que a ellos les parecería a la vez absurdo e inhumano. Señores del neolítico, vivimos literalmente asfixiados por culpa de lo que ustedes inventaron: la vivienda. No se rían, que esto es un problema serio. Estamos hipotecados hasta las cejas. ¿Que no sabe lo que es una hipoteca? Espere, espere, que se lo explico...
A ver, el concepto de hipoteca no es malo de por sí. Una casa es una cosa grande, una compra importante, y es normal que cueste un dinero que no tenemos, y que debemos pedir prestado a un banco. Pero cuando las casas adquieren unos precios poco razonables, se obtienen unas hipotecas de locura. Dedicar un 30% del sueldo durante 15 años para pagar una casa es razonable. Es lo que hicieron mis padres y las personas de su generación. Destinar el 60% del sueldo durante 40 años no es razonable. Es lo que hacen ahora los jóvenes de mi generación. Quiero decir, los jóvenes afortunados que tienen un buen sueldo. A otros muchos ni siquiera les llega el sueldo para hipotecarse... Buenos días, señor banquero, vengo a venderle mi alma. Lo siento, su alma de pobre no nos sirve para nada. Aunque está usted de suerte, en esta ciudad hay muchos puentes y raramente hace frío.
Hay ciudades en las que es imposible comprar un piso sin hipotecarse de por vida. No hace falta nombrarlas, todos sabemos si nuestra ciudad es de esas o no. Igual que sabemos que en esas mismas ciudades el alquiler también está por las nubes (maldita casualidad, ¿verdad?). Las mensualidades son horribles, y encima al llegar a los 80 no tenemos una casa propia donde vegetar en el sofá y quejarnos de la artrosis, algo que sí es posible hipoteca mediante. La única ventaja del alquiler es que si la desesperación nos puede y nos tiramos por uno de esos puentes, dejaremos menos deudas a nuestra familia. Comprar o alquilar... hay que valorar bien los pros y contras de las opciones que la vida nos pone delante.
Lo grave de todo esto no es que tengamos hipotecada la casa: es que tenemos hipotecada la vida. Y por tanto muy poca libertad personal. Y por tanto casi nulas posibilidades de alcanzar la felicidad. La hipoteca es la gran cadena moderna que nos ata a una pared y no nos deja movernos libremente. La vida hipotecada es la forma que toma la esclavitud en ese trozo de sociedad moderna occidental que se llama España. Mientras lees esto, miles de jóvenes y no tan jóvenes están firmando su contrato de esclavitud en alguna sucursal bancaria. Los que viven de alquiler, que no se rían, que su vida está igualmente hipotecada y esclavizada. A no ser que tengan un casero comprensivo que les perdone de vez en cuando una mensualidad.
La vida hipotecada hace que nos traguemos sin rechistar todos los atropellos que el mercado laboral comete por encima de nosotros, las personas de carne y hueso. Para empezar, nos tragamos nuestra vocación, esa profesión o trabajo que nos gustaría desempeñar en la vida. Como hay que pagar la hipoteca o el alquiler, dicha vocación queda relegada al tiempo de ocio, si es que nos queda de eso. Vocaciones aparte, nos convertimos en trabajadores sumisos que se quejan mucho (cuando no está el jefe) pero que tragan con todo. Horas extra, trato degradante, atascos de ida y vuelta, estrés, etc. Hay que tragar con todo porque si nos echan nuestra dignidad no pagará la hipoteca, y la prestación o el subsidio por desempleo tampoco.
A veces incluso hay una familia que mantener. Si vivir con la hipoteca a cuestas ya es complicado, si encima de la hipoteca ponemos los hijos, no hay espalda humana que aguante con eso. Por eso supongo que en nuestro país hay una tasa de natalidad tan baja. Aunque si las hipotecas suben por encima de los 50 años (50 no es por decir, ya hay de éstas), es probable que la natalidad suba otra vez... ¡María, ven a la alcoba y quítate la ropa! Que se me acaba de ocurrir quién nos va a pagar la hipoteca a 120 años...
Bromas aparte, la vida hipotecada produce la sensación de ser arrastrados por una corriente que mata nuestra independencia, nuestra libertad de elegir. A veces puedes sentir que esa vía de sentido único no es agradable, pero entonces miras a tu alrededor y ves que todo el mundo está en esa misma corriente. Y no parecen llevarlo tan mal. Pero sobre todo, no parece haber ninguna alternativa. Es lo que hay. Así que sigues la corriente, con resignación, con sufrimiento, con la esperanza de que algún día cambie tu suerte y llegue una salvación por medio de alguna lotería que te libere de la cadena y te devuelva el control de tu vida. La primitiva, los ciegos, una VPO, una herencia, un pelotazo... lo que sea. Lo importante es salvarse, y por supuesto sin mirar atrás. ¡Sálvese quien pueda!
¿Y qué se puede hacer aparte de quejarse, discutir a vena hinchada sobre quiénes son los culpables, y comprar lotería de la Salvación Individual? ¿Moverse? Pero... ¿estás de broma? ¿En serio hablas de moverse, de proponer algo, de juntarnos y hacer algo? Deja, deja, que se mueva otro, con lo grande que es el rebaño no tengo por qué ser yo el aventurero. Al fin y al cabo mi trabajo estresante y mi hipoteca asfixiante no están tan mal. Conozco gente que está peor. Y estén bien o estén mal, da igual, es lo que hay.
Ironías aparte, nadie va a solucionarnos este problema si no lo solucionamos nosotros: los ciudadanos cuyo único interés es vivir bajo techo sin hipotecar nuestra vida. Reclamemos nosotros el derecho que la constitución de nuestro país nos reconoce, porque el poder no ve más allá de su propio "derecho" a enriquecerse a costa de nuestra vida. Banqueros, constructores, políticos de todo signo, medios de comunicación, especuladores grandes y pequeños... todos están en el ajo. A todos les va bien así. Están haciendo el negocio del siglo, porque es difícil que en los 94 años que quedan de siglo se vuelva a ver un negocio tan lucrativo. Es inmensamente rentable mercadear con un bien tan básico como la vivienda, ya que el 100% de la población es potencial consumidora de este producto llamado hogar.
¿Qué hacer? Activarnos, informarnos, juntarnos, comunicarnos, organizarnos, movernos. Pero por favor, no nos resignemos a vivir pegados a una hipoteca la única vida que nos ha sido dada para disfrutar la belleza del Universo. No tengo ni idea quién creó o cómo se creó la vida humana. Eso da tema de sobra para otro día. Pero sí tengo claro que no estamos en este mundo para autoinmolarnos de esta forma tan absurda, tan prosaica, tan inhumana.
PD: Si quieres informarte y conocer posibles soluciones al problema de la vivienda, no dejes de visitar la página de organización de las manifestaciones por la vivienda ni Plataforma Por Una Vivienda Digna. Si conoces otras direcciones interesantes te agradezco que las compartas. Gracias.
http://www.escolar.net/wiki/index.php/Viviendadigna http://www.viviendadigna.org/