La verdad es que nunca había escuchado la frase tan bella y curiosa a la vez de "Ladran, luego cabalgamos".
Tras buscar su origen no he podido menos que sonreir, nunca la había visto tan bien aplicada desde que Cervantes escribió el Qujote.
Nos quedan muchos meses de escuchar ladridos mientras se construye nuestra parroquia, y tal vez nunca dejen de ladrar. Pero hay esta el mérito de nuestro parroco sobrevivir entre lobos y conseguir que un sueño vaya a cumplirse.
Mañana comienza a verse la luz de un túnel.
Soñé, pues, que estaba en medio de una multitud de lobos, zorros, cabritos, corderos, ovejas, carneros, perros y pájaros.
Todos juntos hacían un ruido, un alboroto, o mejor, una batahola capaz de espantar al más intrépido. Iba a huir, cuando una amable Señora vestida de pastorcilla, me indicó que siguiera y acompañase aquel extraño rebaño, mientras ella se ponía al frente. Anduvimos vagando por varios lugares; hicimos tres estaciones o paradas. A cada parada, muchos de aquellos animales cuyo número cada vez aumentaba más, se convertían en corderos. Después de andar mucho, me encontré en un prado, en donde aquellos animales corrían y se alimentaban juntos, sin que los unos tratasen de hacer daño a los otros.
Agotado de puro cansancio, quise sentarme junto al camino vecino; pero después la pastorcilla me insistió que siguiera andando. Después de un corto trecho de camino me encontré en un patio grande, rodeado de corredores y a cuyo extremo se levantaba una Iglesia. En aquel momento, me di cuenta de que las cuatro quintas partes de aquellos animales ya se habían convertido en corderos.
A este punto llegaron algunos pastorcillos para custodiarlos, pero estaban poco tiempo y se marchaban. Entonces sucedió algo maravilloso: no pocos de los corderos se convertían en pastores, que crecían y cuidaban del rebaño. Como aumentaba mucho el número de pastores, fueron dividiéndose y marchando a diferentes sitios para escoger otros animales de otro origen y guiarlos a otros hacia el cambio.
Yo quería marcharme de allí, porque me pareció que era hora ya de celebrar misa, pero la pastora me invitó a mirar al sur. Miré y vi un campo sembrado de maíz, patatas, coles, remolachas, lechugas y muchas otras verduras.
- Mira de nuevo – me dijo.
Miré otra vez. Entonces vi una Iglesia tan alta y grandiosa. Un coro acompañado de orquesta y música instrumental y vocal me invitaban a cantar la misa. En el interior de la Iglesia había un gran letrero en el que estaba escrito con letras inmensas: ‘Ésta es mi casa, de aquí saldrá mi Gloria”.
Siempre en sueños pregunté a la pastora que en dónde me encontraba; qué querían decir aquel andar y detenerse, aquella casa, una Iglesia y después otra Iglesia. Ella me respondió: – Todo lo comprenderás cuando, con los ojos materiales, veas realizado lo que ahora contemplas con los ojos del entendimiento.
Y como me pareciera que estaba despierto, dije: – Yo veo claro y veo con los ojos materiales. Sé a dónde voy y qué hago.
En aquel momento, sonó la campana de la torre de la Iglesia de San Francisco de Asís y me desperté.