Yo soy uno de los cuatro gatos esos que nos ponemos patas arriba en la sala de pilates. Os aseguro que no pertenezco a ninguna chupipandi ni me gustan los filetes empanaos. Lo único que tengo claro es que estoy realizando una actividad que me está viniendo bien físicamente y que me relaja mentalmente, cosa, que sin animo de ofender, le vendría muy bien a más de uno que ve demasiados fantasmas o parece que ha leido demasiadas novelas de conspiraciones y tráficos de influencias.
Si tengo que pagar la nada desdeñable cantidad de 0,05 € para pagar la luz, cada vez que utilizo la sala para realizar esta actividad, que por otra parte fue acordada por una mayoría a la que pertenezco, pues nada, habrá que hacer horas extras para pagarla.
No, ahora en serio: creo que se apuntaron en total cerca de 40 personas al principio. Me parece que la chupipandi en este caso es muy representativa, es un treinta y tantos por ciento del total de los vecinos, o sea que no creo que se pueda achacar a su influencia el que se realice.
Yo en las reuniones he votado muchas veces en contra de cosas que se pretendían hacer y con las cuales no estaba de acuerdo y os aseguro que nunca he ido a ninguna celebración de apertura y cierre de piscina ni nada por el estilo, que por otra parte respeto que se realicen. Me preocupa más la gente que sigue sin esperar que se cierre la puerta del garaje, que entra en el césped calzado ó siguen encendiendose el cigarro en el mismo, con mirada desafiante a los que tiene al lado; que se tiran a la piscina sin ducharse, ó sencillamente, que dicen a todo que no por defecto, sin pararse a pensar si es positivo, negativo ó no les influye para nada en la comunidad.
Un poquito de comprensión y tranquilidad hombre, que no todo lo que se hace es para molestar a los demás vecinos.