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Villalbilla se aprieta el cinturón por la crisis y la herencia envenenada. Las facturas destapan la escandalosa gestión del anterior Gobierno.
La palabra transfuguismo no existía en Villalbilla hasta que las elecciones municipales de 2007 propiciaron un acuerdo de Gobierno entre el PP y los dos ediles que encabezaron la lista del PSOE. Tras esa legislatura y con el impacto de la crisis, de los cajones del Consistorio no sólo salen gastos exagerados en teléfonos móviles, sino facturas sin contabilizar que revelan una gestión sin control y que se traduce en 11 millones de deuda.
El alumbrado público funciona a medias. Desde hace unos meses sólo se enciende una de cada dos farolas con el objetivo de reducir la factura de energía eléctrica. Del apagón no se libran ni los focos de la iglesia, que también se queda a oscuras cuando llega la noche, y ningún concejal dispone de gastos de representación ni para el menú del día. Es la situación que se vive en Villalbilla (9.819 habitantes), un municipio de 34,6 kilómetros cuadrados que ocupa el décimo sexto lugar en la Comunidad de Madrid en renta per cápita y que padece la crisis económica y financiera de manera especial.
Sin embargo, a los efectos de la crisis se une la herencia envenenada que dejó el equipo de Gobierno entre 2007 y 2011. Fue tras un acuerdo entre el PP y el PSOE que propició que Iván Borrego (PP) fuera alcalde. Los dos ediles socialistas fueron expulsados del partido y declarados tránsfugas por la Comisión de Seguimiento del Pacto Antitransfuguismo. Pero agotaron la legislatura. El acuerdo de gobierno, orquestado presumiblemente por la entonces presidenta del PP en Villalbilla, Nora García, se tradujo en sueldos de escándalo (72.000 euros para el alcalde y 50.000 para la teniente de alcalde, una edil tránsfuga) y una gestión pública sin control que se cifra en los 11 millones de deuda a proveedores, entidades financieras e intereses de demora.
“Fue un cortijo con siete señoritos y ningún señor”, como lo define el actual alcalde, Antonio Barahona (PIM), que además ha asumido la concejalía de Hacienda para que “no entre ni salga ningún euro sin control”.
Durante la pasada legislatura no fue así, como demuestra el derroche en telefonía móvil de los concejales del equipo de Gobierno, que sólo entre junio de 2010 y de 2011 ascendió a 20.781 euros o los 2,5 millones de euros que hay en facturas sin contabilizar, que según Barahona “es lo más llamativo de estos años de desgobierno”. Los 11 millones de deuda han obligado al actual alcalde y a sus concejales a hacer un Plan de Saneamiento entre 2012 y 2017 para afrontar la situación. Este plan, aprobado por el Ministerio de Economía y Hacienda, obliga a aprobar los presupuestos con superávit, lo que conlleva importantes medidas de austeridad. Uno de los primeros objetivos era cerrar los presupuestos de 2008, 2009 y 2010, con lo que se ha evitado que se perdieran las transferencias del Estado, así como aprobar el presupuesto de 2012, que contempla unos gastos de 9,1 millones de euros, frente a los 9,7 millones de ingresos.
No obstante, Barahona lanza un mensaje de optimismo porque “a pesar de la situación generamos ingresos suficientes para atender los servicios público”, pero para ello el plan de ajuste es muy duro. Al apagón de la mitad de las farolas se unen la eliminación del Solitario, un autobús circular del municipio que “nadie usaba”; la reducción del presupuesto de festejos, la desaparición de los gastos de representación que en 2009 supusieron 24.000 euros; la revisión de contratos, como el de teléfonos, que pasa de 124.000 euros en 2010 a 35.000; o la reducción del sueldo del alcalde y los ediles. Además de reducir gastos tratarán de aumentar los ingresos. Por ejemplo, los vecinos pagarán 9 euros más por la tasa de basura ó 13 euros más, en coches de gama media, por el numerito.
Los 94 trabajadores municipales también saben que se suspenderá el Fondo Social que supone 35.000 euros al año, que no se harán horas extraordinarias y que se quitan las gratificaciones, lo que supondrá una reducción anual de 400.000 euros en gastos del temido capítulo I, el de Personal.