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El Pocero se abre paso en los comedores de Madrid de la mano de Pepe Hidalgo
Hace mucho tiempo que dejó de ser noticia. Voló hasta Guinea para exportar su particular receta inmobiliaria, cuyo máximo exponente fue el faraónico complejo de Seseña, y nunca más volvió a dar que hablar. Francisco Hernando, el promotor que saltara a la fama bajo el apelativo de Paco El Pocero, desapareció de un día para otro del mundo de los negocios patrio. No era para menos, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y un saco de deudas a su espalada le despojaron de su corona de rico del ladrillo.
Está demostrado, sin embargo, que el tiempo termina curando todas las heridas. También las forjadas por negocios ruinosos y los socios arrepentidos. Tal vez por este motivo, El Pocero comienza a dejarse ver por algunos restaurantes de Madrid, esos centros gastronómicos para cuentas corrientes saneadas donde, más que a nutrirse de buena cocina, los comensales acuden en peregrinación para ver y dejarse ver. En definitiva, querencias de la Villa y Corte donde todo, al final, termina sabiéndose.
El hombre que llegó a competir en tamaño de yate y de jet privado con las primeras fortunas del país está de vuelta. Para su incorporación a la vida social, El Pocero está tirando de amigos, que todavía le quedan, como el salmantino Juan José Pepe Hidalgo, el propietario y fundador de Halcón Viajes y Air Europa. La cita tuvo lugar la semana pasada en el Filandón, una de las novedades culinarias de la capital, donde ambos empresarios, del mismo patrón de self made man, almorzaron mano a mano.
A la vista del resto de comensales, sentados en la parte ajardinada del restaurante, ubicado en la carretera de Madrid a El Pardo, los dos comensales despacharon buenas viandas, repasaron asuntos de agenda y aprovecharon para confraternizar con parte de los distinguidos clientes. Ni El Pocero ni Pepe Hidalgo dejaron pasar la oportunidad de saludar a una de las hermanas del Rey, la infanta Pilar, que comía junto a un grupo de amigas en el interior del Filandón. Para los que vuelven a la pomada, nobleza obliga.