Hay muchos ejemplos de Alcaldes dignos y valientes en Izquierda Unida y el PCE. Todas y todos conocemos a algún Alcalde que, sabiéndose depositario del orgullo de su pueblo, supo resistir y no doblegarse ante la tiranía de los poderosos, que siempre han pretendido (y pretenden) comprar voluntades. No contaron ni cuentan esos indeseables con quien no tiene precio y esa es la ventaja de no jugar al juego del capitalismo: una vez no se consiente en pasar por ser mercancía, el mercader nada tiene que hacer. La dignidad es la que permite saberse persona, no productos, y esa dignidad se fortalece cuando uno es consciente de que solo es el representante de la voz de su pueblo.
En mi pueblo, Socuéllamos, eso lo ejemplificó a la perfección don Ramón Parra Quevedo, comunista que ejerció como el primer Alcalde democrático y que narró su historia en un libro del que recomiendo encarecidamente su lectura. El libro se titula Memorias de ayer. Primeros 12 años de la transición democrática.
Parra, como era conocido entre mis vecinos, fue ejemplo de honradez, de compromiso con sus ideales y con su pueblo, de lucha por la justicia social. Fue un hombre libre que nunca renunció a su pasado ni a sus principios y que nunca cayó en el revanchismo, a pesar de llegar a ostentar el bastón de mando de un Ayuntamiento al que tantas otras veces fue llevado como preso.
Sin embargo, Parra no es un ejemplo aislado. El propio Cayo Lara, a escasos kilómetros de mi pueblo, se convertía en el año 1987 en Alcalde de Argamasilla de Alba y es más que conocida su anécdota en la que devolvía un presente al terrateniente de turno, para dejar claro desde el principio, que la voluntad del pueblo no está en venta y por ello tampoco la de su Alcalde.
Y no hace falta que nos vayamos tan atrás en el tiempo para encontrar ejemplos de Alcaldes comunistas honrados, valientes y comprometidos con su pueblo. En el año 2003, justo cuando España iniciaba una explosión económica, cuando parecía que habíamos entrado a formar parte de los países que juegan la liga importante, cuando nos codeábamos con presidentes de EEUU de tú a tú, Seseña elige de Alcalde a Manuel Fuentes, de Izquierda Unida y miembro del PCE. La tarea de Manolo como Alcalde fue difícil, porque conoció de primera mano las carencias de la democracia que tenemos. Una democracia donde los poderes económicos deciden más de lo que a veces sabemos o queremos saber, negando así realidad a la auténtica democracia (poder del pueblo es su estricto sentido etimológico).
No tengo el placer de conocer a Manolo personalmente, pero sí he seguido su trayectoria y, haciendo un sencillo ejercicio de ponerme en sus zapatos, es fácil entender que tuvo que ser duro todo aquello. Es difícil encajar que, por denunciar ante los tribunales la especulación y la corrupción, uno termine denunciado por calumnias. Es complicado seguir cuando se quiere enmarañar todo y parecer que todos son iguales, cuando en verdad unos representan la Verdad y otros la mafia. Es costoso a nivel humano tener la suficiente resistencia para aguantar que el tiempo ponga a cada uno en su lugar.
Sin embargo, Manolo Fuentes ha demostrado que el tiempo le ha dado la razón. Las primeras jugadas de los poderosos no pudieron con la entereza de este buen hombre, que seguía confiando en la Justicia, puesto que la única salida que nos queda a los que no tenemos amigos poderosos es confiar en que la Verdad, tarde o temprano, salga a la luz. Lamentablemente, tarda en llegar esa Verdad y por eso, a pesar de llevar razón en su lucha, el pueblo de Seseña no supo compensar todo ese esfuerzo y le quitó la alcaldía en 2011 al hombre que más alto ha sabido poner el nombre de su pueblo. Seseña pasó de ser conocido como la gran especulación de un autoproclamado Quijote a ser uno de los primeros sitios donde la mafia tuvo que aceptar que no está por encima del bien y del mal.
De los errores se aprende y por eso Seseña tiene nuevamente la oportunidad de hacer realidad el viejo eslogan del Partido Comunista que rezaba: “Quita un cacique y pon un Alcalde”. Seseña supo deshacerse de la especulación que representó el Partido Socialista en ese pueblo y hoy sabrá deshacerse de la cerrazón que representa el Partido Popular. Porque un pueblo que ha experimentado los presupuestos participativos, que ha vivido un Ayuntamiento abierto al pueblo y transparente, un pueblo que ha tenido un Alcalde que ha sabido luchar contra la corrupción como nadie (a pesar de la difícil situación personal que eso le acarreó), no puede ser tan ciego como para no devolver el bastón de mando a un hombre honrado, valiente y resistente.
No es casualidad que estos tres Alcaldes hayan sido y sean hombres que se dicen comunistas, porque quizá la heroicidad personal que les valoramos tenga mucho que ver con sus fuertes convicciones ideológicas. Porque la ideología y los valores de uno no son un adorno, no son un capricho, son lo que explica nuestras decisiones y hechos. Se valora lo que se hace y estos tres hombres han hecho de la dignidad el motor de sus historias personales.
Para terminar, quiero resaltar la importancia que siempre ha dado Izquierda Unida a las políticas municipalistas. Frente a quienes han abandonado a sus pueblos a su suerte, Izquierda Unida ha defendido siempre la importancia de la política que se hace en los Ayuntamientos, porque es donde más fácilmente puede hacerse realidad el lema de “convertir a la Autoridad en Pueblo y al Pueblo en Autoridad”. Ojalá y Seseña sepa valorarse como pueblo el 24 de mayo y haga Alcalde a Manolo, porque eso significará que es el pueblo de Seseña otra vez el que gobierna las Instituciones.
cascara