Estimado vecino,
Como supongo que seguramente sepas, el próximo miércoles, 14 de Noviembre, se ha convocado una huelga general en España dentro del marco de una campaña europea contra la política de recortes y austeridad que se ha extendido en los últimos años por el continente. Como habréis comprobado, he dedicado una vez más un poco de tiempo a poner carteles por la urbanización con el objetivo de que ninguno de vosotros deje de tomar parte en esta movilización por culpa del desconocimiento. En ocasiones anteriores he buzoneado también algún folleto explicativo de los motivos de la huelga de los que editan CCOO o IU, con la débil esperanza de que alguno de los que no pensáis participar en la misma, cambie de opinión. En esta ocasión me vais a disculpar si los sustituyo por este mensaje que os remito como vecino y también como afiliado de base de IU.
No voy a repetir aquí uno a uno los recortes que en los últimos años hemos acumulado en nuestras condiciones laborales y en nuestros derechos y servicios sociales; dado que asumo que todos los tenemos más o menos presentes y son suficientes para llenar varias cartas como esta. Tampoco voy a intentar discutir alguno de los motivos que normalmente se argumentan para no seguir las huelgas generales, dado que en buena medida los comprendo e incluso los comparto. Comparto las mismas críticas a los sindicatos mayoritarios, sus burocracias acomodadas, sus subvenciones y los inaceptables comportamientos de algunos de sus liberados. Se también que no está el horno para perder un día de salario, igual que comprendo la inseguridad laboral que hace que a algunos os preocupen las posibles represalias en vuestro trabajo. Tampoco tengo yo interés en perjudicar a la empresa que me emplea a la que no puedo reprochar demasiadas cosas como trabajador y que resulta evidentemente afectada. Todas esas objeciones y preocupaciones las comprendo e incluso las comparto, pero pese a ello me siento obligado a pediros que os replanteéis vuestra postura si habéis decidido seguir vuestra vida normal ese día.
Sé que muchos de vosotros pensáis que una huelga como esta no sirve para nada, que el gobierno tiene mayoría absoluta y que las medidas que ya se han tomado no van a deshacerse. Estoy incluso bastante de acuerdo con esto también. El incendio de recortes sociales nos deja un panorama similar al del bosque quemado, del que sabemos que en el mejor de los casos pasarán muchos años antes de que pueda recuperarse. Destruir es siempre mucho más fácil que construir. Sin embargo no debemos confundirnos, porque esta demolición de todo lo social no ha acabado, y solo podrá frenarse en la medida en que todos nosotros, la gente, seamos capaces de oponer resistencia.
No hay límite a la determinación cruel de los que dirigen la política europea para acabar con todo atisbo de estado de bienestar, como nos enseñan nuestros vecinos griegos y portugueses que llevan años caminando por la senda que nosotros solo hemos iniciado. El objetivo está escrito en los manuales de la doctrina económica ultra-liberal en la que creen aquellos que nos gobiernan. Su meta es, en lo laboral, la eliminación de toda regulación, el despido libre, el fin de toda negociación colectiva y la eliminación del subsidio de desempleo y de los salarios mínimos. Es, en lo social, la privatización de la sanidad y la educación pública, así como la eliminación del sistema público de pensiones, reemplazados todos por negocios privados apoyados por elementos de beneficencia que permitan lavar un poco la conciencia ante el sufrimiento de los excluidos. En su doctrina, todo lo público y toda la restricción a la libertad empresarial es mala, y hay que acabar con ellas, y si creemos que van a pararse por si solos antes de alcanzar este objetivo último creo que somos muy ingenuos. La velocidad con la que avanzan hacia su objetivo solo la frena el miedo a la resistencia de la ciudadanía, y ciertamente de momento esa débil resistencia no está resultando un gran obstáculo.
Podemos, así pues, seguir como hasta ahora, acomodados en nuestra inacción y dejando que el proceso en marcha avance como una inmensa apisonadora; o podemos responsabilizarnos de nuestro futuro y el de nuestros hijos y tratar de hacer algo. Esa pasividad es coherente si sois de los que creen en las doctrinas económico-políticas de los ultra-liberales, pero resulta negligente y desesperante si realmente no las compartís, porque solo vosotros, sumados uno a uno, podéis parar este desastre. Nosotros, los de siempre, los que protestamos hace años, los que somos activos en política desde hace mucho tiempo, somos muy pocos y no podemos hacer el trabajo por todos vosotros. Yo puedo poner los carteles y buzonear la urbanización, pero no tengo la fuerza para remplazaros a la hora de dar una respuesta que demuestre al gobierno de aquí y de la UE que no estamos dispuestos como ciudadanos a permitir el desmantelamiento de toda esa protección social que costó muchos años y muchas luchas conseguir.
Entiendo como decía que vuestras circunstancias os hagan imposible seguir la huelga. A nadie se le puede pedir que ponga en peligro su puesto de trabajo o el pago de la hipoteca a fin de mes. Sin embargo eso no os impide el participar en la jornada de otras maneras, evitando comprar ese día, no mandando a los niños al colegio o no repostando gasolina. Y sobre todo asistiendo a las manifestaciones que el Foro Social convoca en Guadalajara a las 19:00 en la Plaza del Infantado o en Madrid a las 18:30 en Atocha.
Y al día siguiente de la huelga puede que nada haya cambiado demasiado, sobre todo si conjuntamente no hemos sabido abandonar nuestra habitual irresponsabilidad ante las cosas que nos deberían importar y hemos actuado como siempre, pasivos y acomodados en nuestras excusas habituales. Pero incluso en ese caso, cuando llegue el próximo recorte que se lleve por delante un trozo de vuestra tranquilidad y de vuestro bienestar, o del de vuestros hijos o familiares, alguno de vosotros podréis miraros en el espejo sabiendo que hicisteis algo para intentar evitarlo, que no habéis dejado que os quiten las cosas que os importan sin resistiros.
A los demás os deseo que vuestras excusas y motivos sean suficientemente sólidas o vuestra capacidad de auto-crítica suficientemente débil como para no sentiros en parte responsables de lo que está por venir y contra lo que renunciasteis a luchar. Solo vosotros tendréis capacidad de juzgaros a vosotros mismos cuando llegue ese momento.
Un saludo de vuestro vecino,
Enrique Girondo