Es evidente que querer querer, lo que se dice querer, todos queremos chocolomo. El aeropuerto cerca y que sólo funcione el día que tengamos que coger un avión.
Pero entre este extremo y el de soportar cualquier cosa estoicamente habrá algún término medio.
Es cierto eso de que cuando compramos lo hacemos conociendo ciertas cosas como las comunicaciones, colegios, clima, etc y los asumimos con la esperanza de mejorar lo que en el momento de la compra aún esté deficitario. Sin embargo y, teniendo en cuenta como es este país, no podemos permitir atropellos en aras de la mala suerte, ya sea que atropellen a una gran comunidad como MiraMadrid o a un sólo indivuduo.
Además está lo de que el que no llora no mama.
Esa idea, que no recuerdo bien quien la ha aportado, sobre que los de AENA están haciendo sus pruebas a ver que tipo de reacciones se producen no me parece nada descabellada.
Para los que piensan que el ruido, medido por aparatos, pueda estar dentro de los márgenes legales les recuerdo que aunque así sea (y eso creo yo) hay, igual que para la temperatura existe el concepto de sensación térmica y no de temperatura medida, un concepto parecido en este asunto. Me explicaré mejor.
Si, en un entorno ruidoso como el centro de Madrid, hacemos pasar un avión cuya huella sonora sea de 55 dB pocos serían los que levantarían la cabeza. Su sistema auditivo está cerrado muy parecídamente a como lo está la pupila (nuestro más querido diafragma) con respecto a la luz y que hace que no veamos estrellas en el cielo diurno o nos parezcan oscuras las fotografías en la pantalla de nuestra cámara digital en un día soleado.
En el caso opuesto, estar oyendo el canto de los pájaros por estar en un silencio más profundo que el de la gran ciudad y que en ese momento pase un avión, nos lo hace decenas de veces más molesto.
Antes de decidirme a compar en Cobeña estuve mirando por La Granjilla. Me di una vuelta con un cuñado mío un día y lo desestimé por los aviones.Teníamos que dejar de hablar cuando pasaba un avión y lo hacían cada tres minutos en esa mañana. Las casas las vi reforzadas acústicamente, si. Y dentro estarían bien, no digo que no, pero ¿y en el jardín?. ¿Estamos dispuestos a hablar con nuestros familiares y contertulios en los "valles de sonido"?.
Recuerdo, además, que ésta no es una época especial de tránsito aéreo. ¿Qué ocurrirá en período de vacaciones de verano, navidad, Semana Santa, puentes...?. Y justo cuando estemos disfrutando de nuestro jardín.
Me parece especialmente grave el caso de nuestra vecina que vivió en Torrejón y salió de allí para ir a un lugar más tranquilo. Estoy seguro que se enteró muy bien de cuales eran las perspectivas de Cobeña en ese aspecto.
Pienso que no hay que echarse las manos a la cabeza y mantenerla fría. Eso incluye mediciones, protestas, cartas,votar a quien no se desentienda del tema y todo cuanto se nos ocurra.
Puede, sólo puede, que la solución pase por un mayor presupuesto en combustible y que remonten más y más rectos, dando la vuelta donde razonablemente proceda. Si no protestamos otorgamos. Les estamos diciendo que asumimos los ruidos como un mal de nuestra elección y que pueden seguir sobrevolándonos cada vez más cerca. Ellos, como todos los seres vivos, buscan su "espacio" y si no encuentran límites, se expandirán más allá de lo razonable y sano para nuestro bienestar.
Con los políticos que hasta ahora hemos tenido, no importa qué color, si no nos defendemos nosotros ¿quién lo hará?.
Un saludo para todos.
PD: Ruido = reducción de fauna.Olvidaos de las perdices.