Hola,
este es otro mensaje para seguir en el tercer puesto del ranking... no vaya aser que crisru me alcancen (que se que sois dos)...
Como veo que ya nada tiene que ver lo que hablamos con las cortinas, pues ahi va (si buscamos cerveza y cervecitas, en el google sale este foro).
Me lo enviaron esta mañana y es chachi...
Había una vez un hombre que tenia una loca pasión por los porotos
(alimento que le provocaba muchos gases) ; los amaba, aún cuando
siempre le producían situaciones embarazosas debido a estruendosas
reacciones intestinales.Un día conoció a una chica de la que se
enamoró. Cuando ya era una realidad que se casarían, el se dijo a sí
mismo: Ella es tan dulce y tan gentil, que nunca aguantaría un hedor
como los míos. Así que el tipo hizo un sacrificio supremo y abandonó
para siempre los peligrosos porotos.La pareja se casó y, algunos años
después, él tuvo un pequeño inconveniente con su automóvil mientras
volvía del trabajo y llamó a su esposa: "Cariño, llegaré muy tarde ;
tendré que esperar un largo rato hasta que reparen el auto."En la
espera, pasó por un restaurante y vio en la vitrina un inmenso y
delicioso plato de porotos. No pudo resistir la tentación, entró y se
comió tres platazos de porotos. Se pasó todo el camino a casa
ventoseando cual motoneta tirándose terribles pedos. Al llegar a casa
creyó estar lo suficientemente seguro de que había expulsado hasta el
ultimo gas intestinal.Su esposa estaba muy contenta y agitada por su
llegada. Al verlo, exclamó: "Mi amor!, esta noche te tengo una
increíble sorpresa para la cena..."Ella le vendó los ojos en la
entrada de la casa y lo acompañó hasta una de las sillas del comedor,
donde lo sentó. Justo cuando ella le iba a quitar la venda de la cara,
sonó el teléfono.Ella le dijo entonces: "Por favor, cariño, no te
quites el vendaje de la cara hasta que vuelva de hablar por
teléfono."Tomando en cuenta la oportunidad y sintiendo inesperadamente
una repentina e inaguantable presión intestinal, el pobre hombre apoyó
todo su peso sobre una de sus piernas y dejo escapar un impresionante
pedo. De un nivel sonoro importante y tan oloroso que solo lo
soportaría el autor.Sacó del bolsillo un pañuelo y empezó a moverlo
vigorosamente para ventilar la habitación.Todo volvía a la normalidad ;
pero de pronto sintió ganas de tirarse otro, por lo que volvió a
apoyar el peso de su cuerpo sobre una pierna y lo dejó
escapar.Comparado con el otro, este fue superior en decibeles y aún
más oloroso. Desesperadamente, movió con frenesí el pañuelo para
ventilar el comedor, invadido ya por un terrible hediondez.Con un oído
atento a la conversación telefónica, le vinieron ganas de tirarse uno
más, y se lo tiró. La cosa se puso difícil y por el aroma ya se le
hacia difícil respirar. Siguió desesperadamente y con los ojos
vendados, moviendo el pañuelo una y otra vez para aventar aunque sea
levemente aquel espantoso olor.En un momento, oyó que su esposa
colgaba el teléfono, lo que indicaba el fin de su libertad. Colocó su
pañuelo en el bolsillo del pantalón, cruzó sus piernas y sus brazos y
esbozó una sonrisa de oreja a oreja, intentando la mejor imagen de la
inocencia.Disculpándose por haber estado tanto tiempo al teléfono, su
esposa le pregunta si se había movido el vendaje y había visto algo.
El le aseguró que no había visto nada y ella, entonces, le quitó la
venda de sus ojos. Y allí estaba la sorpresa:Doce invitados a cenar,
sentados alrededor de la mesa dispuestos a comenzar su fiesta de
cumpleaños sorpresa ....