des_esperante dijo:
No voy a decir nada que no haya dicho ya.
Creemos un mundo sin enfermos, sin problemas, sin feos, hasta sin gordos... sólo los que tienen un sueldo, una piscina en la urba, los niños de uniforme en un cole que es todo fachada, un coche full equipe y sobre todo, cuarenta años para pagar todo ese montón de fantasía, hipocresía, miseria y quiero y no puedo; ésta es la realidad del PAU de Carabanchel, familias endeudadas que pagan religiosamente todos sus préstamos por miedo al rechazo, por miedo a acabar en la indigencia, por miedo a verse reflejado en ese pobre hombre que necesita vivir de la caridad, porque todos podemos acabar así.
Yo no se tú, pero yo pago mi hipoteca porque el banco me prestó dinero para comprar mi vivienda, no por miedo al rechazo.
Esto que acabas de escribir, como te diría, parece como si estuviese sacado de una novela mala: palabras una detrás de otra, que parecen decir algo pero que el realidad no dicen nada. Muy emotivo, si señor, pero de fondo nada de nada, vacío, todo fachada, como tu dices.
Dejando a un lado la demagogia de des_esperante y de carmela_da, sopongo que a la mayoría de nosotros (al menos a mi) no nos parece mal -de hecho a mi me parece bien- que a la gente sin hogar se les de de comer, se les proporcione sitios donde asearse, puedan comer tres comidas, etc.
La cuestión realmente es cómo va a funcionar este centro, qué consecuencias va a tener. Porque si va a ser un centro en el que los sin-techo van a hacer colas a la hora de comer con plazas limitadas, con peleas todos los días por los puestos en la cola; si los que no puedan quedarse a dormir van a deambular por el barrio de madrugada buscando un portal o un coche donde dormir; si la gente va a venir al centro directamente desde la Mimbreras (donde viven esos simpáticos primos de Flamam, que tiran pedruscos desde los puentes de ma M40 a los coches que pasa) mal vamos.
Porque este tipo de cosas son necesarias en un país moderno y solidario (mucho mejor sería, no obstante, hacer todo lo posible para que todo el mundo tuviese trabajo y no fuese necesaria la caridad) pero no pueden hacerse a costa de degradar la calidad de vida de los vecinos que tienen al lado estos centros (que encima pagan los impuestos con los que se construyen) y la terca realidad es que en la mayoría de los lugares donde se han construido estas instalaciones ha habido problemas de mayor o menor índole.