Una vez, un ciudadano honesto, quizás un poco ingenuo, pero que cumplía y creía que las leyes estaban hechas para ser cumplidas, que pensaba que las autoridades estaban para representarle y defender sus derechos, se planteó comprar un piso en una zona próxima a un aeropuerto o una autopista. Supuso que todo estaba en orden y que no tenía por qué preocuparse: "si han autorizado construir las viviendas ahí será porque no hay problemas, ¿no?"
El ciudadano no era un experto en mediciones acústicas, ni en urbanismo, ni por supuesto en tráfico aéreo. Cuando visitó el barrio donde compró el piso vio algunas avionetas, pero nadie le informó de con qué frecuencia pasaban, ni de qué tamaño eran. En todo caso, supuso que todo se haría cumpliendo la más estricta legalidad, y que si hubiera algún riesgo o si el ruido fuera excesivo, las autoridades ya habrían tomado medidas. Al menos esa era la idea que él tenía de cómo actuaban las autoridades. Según lo que decían en el Telediario, las autoridades se encargan siempre de que no haya desaguisados.
Luego, cuando comenzó a vivir en su casa, ese ciudadano descubrió que las cosas no eran exactamente así. Comprobó que la autopista hacía mucho ruido, y un día se enteró de que había un informe que demostraba que el ruido era mucho más alto del que legalmente estaba permitido, y también descubrió con perplejidad que quienes incumplían la ley eran precisamente los responsables de hacerla cumplir: las autoridades. Sin tener tiempo de salir de la conmocíón por tamaña contradicción, descubrió que además querían ampliar esa autopista hasta muy cerca de su casa, incrementando el nivel de ruido, quitándole el parque ese del que tanto hablaba el vendedor del piso, y todo ello sin aplicar medidas correctoras, o proponiendo unas medidas que no servirían para nada o casi nada (porque ahora el ciudadano, menos ingenuo y algo escamado, consultó con un experto sobre la utilidad de las pantallas acústicas).
El ciudadano también notó como los aviones y los helicópteros, sobre todo estos últimos en plena madrugada, alteraban su sueño con niveles de ruido que seguro que superaban los límites legales, porque hacían mucho más ruido que la autopista. El ciudadano antes pensaba que la policía vigilaba de noche para que él pudiera dormir tranquilamente a pierna suelta, pero ahora era esa misma policía la que le quitaba el sueño. También sentía un poco de miedo al asomarse a la ventana y ver las avionetas pasar tan cerca de su tejado. El ciudadano empezaba a tener dudas: "dicen que cumplen las normas de seguridad, pero es que pasan tan cerca...".
A veces piensa "¿a quién se le ocurrió permitir que construyeran viviendas aquí?". Recuerda que cuando se compró el piso el vendedor le dijo que era una zona estupenda, que él mismo se había comprado tres, le habló de grandes parques y de que ese aeródromo, el más antiguo de España, apenas tenía movimientos y pronto lo cerrarían. Le pareció lógico, si construían un montón de viviendas alrededor de la pista de aterrizaje, ese aeropuerto no podría permanecer mucho tiempo ahí. Le pareció de sentido común, y por aquel tiempo él pensaba que las autoridades tenían sentido común. Pero un día leyó en la prensa que iban a ampliar ese aeródromo (perdón, aeropuerto) para duplicar el número de vuelos, y que harían un helipuerto independiente, precisamente para que esos mosquitos gigantes que tanto alteraban su sueño pudieran usar el aeropuerto con mayor frecuencia.
Entonces, el ciudadano empezó a irritarse. Y se lo dijo a su vecino. Y su vecino le dijo "eres un ingenuo, ¿cómo no te diste cuenta antes?, ahora no te quejes. El aeropuerto estaba antes, y la autopista te vendrá muy bien para llegar a casa antes cuando vuelvas del trabajo". El ciudadano, atónito, le preguntó a su vecino "entonces tú sabías todo esto antes de comprarte el piso aquí, ¿no?". El vecino, tras un instante de duda, le dijo "claro, yo me informé antes". Y nuestro ciudadano no pudo evitar preguntarle: "Entonces, ¿cómo diablos elegiste comprarte el piso aquí?". El vecino dudó un instante, y le dijo "no es para tanto, al final te acostumbras al ruido, también había ruido donde vivía yo antes... además, a mí lo que más me molesta es la gente que protesta". Entonces el ciudadano pensó que, o su vecino era masoquista, o que era demasiado orgulloso para demostrar que él también se había equivocado.
Un tiempo después, nuestro ciudadano empezó a pensar que quizás podría hacer algo para resolver los problemas de su barrio. Desde entonces, su vecino no le habla, además le mira mal, y el ciudadano sigue sin entender por qué.
Un saludo, ciudadanos,
ago
PD: Perdón si el rollo es demasiado largo, pero me apetecía. Al fin y al cabo nadie está obligado a leerlo.